HOY NO

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Sakura estaba recostada en su cama, mirando atentamente al techo, pero su mente estaba muy lejos de esa habitación, de esa dimensión también. Cada vez que cerraba los ojos, recordaba aquella mañana, en aquel otro mundo donde estaba en los brazos del reconocido "Ninja que Copia".

Un sonrojo violento cubrió todo su rostro y el intento sonrisa que tuvo la pertinencia de evitar mordiéndose con fuerza el labio inferior.

-¡Es mi sensei! – se recordó mientras se cubría el rostro con ambas manos.

Llevaban tantos años juntos, entre misiones y entrenamientos, las misiones solos, él la había visto crecer, la había ayudado a formarse, había sacudido su melena un sinfín de ocasión, se había hincado para estar a su altura y asegurarle que todo iría bien... Había tanto entre ellos, la complicidad de años, las ligeras bromas que alguna vez compartieron, la confianza absoluta que tenía la jovencita en él. Parecía increíble que en otra dimensión ese lazo fuera demasiado íntimo. ¿Realmente en otro mundo su sensei la amaba? ¿Sólo había sido cuestión de tiempo?, ¿Podría serlo también en esta dimensión?

Lo había estado meditando durante un buen rato, pero ya no había retorno, no lo hubo desde que experimentó la cercanía de ese hombre, desde que se encontró entre sus brazos y sus labios. Ninguna mujer podría ser capaz de experimentar algo así y no desear repetirlo.

Invitó a su sensei a un inocente paseo para el día siguiente. Sentía sus ojos iluminarse de emoción, una sonrisa tonta se asomaba en sus labios y un sonrojo permanente estaba instalado en sus mejillas. Incluso ahora, de sólo recordarlo, con su actitud tan relajada que le era tan característica, la inteligencia de la que hacía gala siempre que estaban en misión. Era un hombre sumamente interesante, con esos rasgos tan distintivos, con esa sonrisa escasa pero tan valiosa por su espontaneidad, con el aura de misterio que nunca lo abandonaba, el timbre de su voz que delataba su madurez de una manera provocativa. El hecho mismo de que él fuera mayor, por más de una década... ese detalla ya no era un impedimento, sino un aliciente.

Mordió su labio inferior, no quería seguir pensando en él; pero es que no podía. Estaba clavando en su mente y se negaba a dejarla tomar un respiro. Intentaría por todos los medios conquistarlo, pero no estaba muy segura de lograrlo. Ese hombre parecía tan inalcanzable, más que ningún otro. No había más remedio que esperar hasta el día siguiente, entonces sabría qué hacer. Por el momento, le bastaba con los recuerdos, pero no resistiría mucho. Había comenzado algo que la joven quería terminar, aunque fuera en esta dimensión.

Sakura llevaba dos horas en el campo de entrenamiento, y no había ninguna seña de su sensei. Seguramente lo había olvidado, quizá tenía algo más importante qué hacer... Suspiró y se recargó contra el tronco de un árbol; observó el cielo, nubes esporádicas, el sol brillando con fuerza, un viento suave que soplaba y terminaba por mecer con delicadeza a los árboles, algunas hojas secas que eran arrastradas y llevadas lejos, uno que otro pájaro que atravesaba el cielo como si llegara tarde a algún lado. Cerró los ojos y trató de recordar por qué seguía esperando a un hombre que siempre llegaba tarde. Suspiró un par de ocasiones, y ya comenzaba a adormilarse cuando sintió una presencia frente a ella.

-Lamento el retraso – la joven reconoció la voz de su sensei, pero se negó a verlo – Tsuande-sama me requería, traté de escaparme, pero no lo conseguí...

-Está bien, sensei.

El ninja revolvió su melenita rosada, eso la hizo bajar la guardia. Abrió los ojos y se encontró al ex ANBU frente a ella, ofreciéndole una sonrisa bajo la máscara, mientras el viento agitaba su rebelde cabellera gris. Ni siquiera lo tenía tan cerca, pero no pudo evitar sonrojarse, en ese momento le perdonó su retraso de dos horas, no le importó si Tsunade realmente lo había llamado o no. Estaba bajando mucho la guardia, y eso podría ser peligroso, era demasiado tierna en los asuntos románticos.

DOS VIDAS CONTIGODonde viven las historias. Descúbrelo ahora