PENDIENTE DE UN HILO

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Kakashi despertó, el amanecer aún estaba a unas cuantas horas de distancia. Estaba en la cama de Sakura, envuelto en sus brazos, en las mantas y en su calor. Se las arregló para alejarse sin despertarla, para dejarla recostada y tan dormida como cuando él estaba con ella. Se levantó y puso los pantaloncillos, era una noche particularmente fría, sintió cómo el calor abandonaba su cuerpo. Tenía la piel erizada, pero se quedó de pie observándola.

Algunas nubes debían estar cubriendo la luna, porque su brillo estaba ausente, las cortinas abiertas, pero lo único que entraba era oscuridad y un viento frío. El ninja suspiró, se acercó a la ventana, era una madrugada fría, particularmente negra...

¿Qué había en la oscuridad, en esa negrura que lo seducía de esa forma?, incluso estando la habitación de Sakura, a escasos pasos de distancia, un parte de él, se había olvidado de la joven. De pronto quería salir y buscar otros brazos, incluso sus músculos ya se habían tensado, listo para salir y aventurarse en la noche, estaba seguro de encontrar alguna puerta abriera. Pero se detuvo en seco cuando escuchó movimiento a su espalda, fue una especie de susurro, alguien que lo llamaba. Se dio la vuelta, Sakura seguía completamente dormida, aferrada a las mantas y con la boca cubierta, no, ella no había dicho nada. Observó a su alrededor, buscando de dónde había venido esa voz, pero se perdió en la figura de su alumna. Se veía tan hipnotizante, su cabellera rosada por toda la almohada, una de sus piernas salía de las cobijas y lucía esa piel blanca y tersa. En cuestión de segundos su mente se saturó de Sakura, de las emociones que lo inundaban cuando estaba cerca de ella, de la calidez de su cuerpo, sus sonrisas, su personalidad que rompía el molde completamente, era mezcla de ternura con un carácter fuerte, decidido, delicada, pero con una fuerza sobrehumana, graciosa, pero de paciencia limitada, explosiva. El ninja suspiró, se dio la vuelta, la ventana seguía abierta, la oscuridad lo seducía metiendo ideas extrañas en su mente. Se acercó, pero sólo para cerrar la ventana. El frío cedió un poco, la espesura de la noche topó contra el vidrio y retrocedió. Retrocedió como el ninja lo hiciera para volver a la cama de Sakura, su calor lo envolvió de inmediato, la negrura que lo había rasguñado, las heridas que sangraron, se cerraron una vez que estuvo con su alumna, que la luz que parecía despedir por ella misma, lo envolvió.

-Tú también lo sabes, Sakura, esto no funcionará – le dijo besándola en la mejilla – Sigues enamorada de Sasuke, aunque asegures lo contrario, aunque tú misma trates de convencerte y lo repitas hasta quedarte dormida. Te vi sacrificarte tanto por él, estabas dispuesta a dar tu vida, tu propia seguridad y futuro, y eso no se puede olvidar tan fácil. Crees que lo has olvidado porque hace un tiempo que no lo ves – Sakura se aferró con más fuerza a él – Sasuke me recuerda a mí cuando tenía su edad, y creo que por eso estás aquí, entre mis brazos. Pero yo no soy él, y no tardarás en darte cuenta. Lo verás, y sabrás que no somos iguales, y que realmente no quieres estar conmigo. ¿Y qué estoy haciendo yo aquí? Bueno, sólo basta con verte. Eres preciosa, más que eso, y lo más curioso es que parece que tú no los supieras.

Su alumna bostezó y entreabrió los ojos, seguramente la voz del ninja había terminado por despertarla. Pero no había escuchado nada.

-¿Qué hora es? – preguntó levantándose ligeramente, descubriendo su cuerpo desnudo.

-No te preocupes, es temprano – podía evitar recorrer la figura de su alumna. Su cuerpo se encendió de inmediato – Aún quedan algunas horas antes de tu entrenamiento.

-Tsunade-sama me ha permitido descansar hoy, así que no tengo prisa.

Kakashi le ofreció una sonrisa llena de malicia, la besó de inmediato, devoró sus labios con un deseo que no era capaz de ocultar. En una decisión de último segundo, la colocó sobre él. Era tan ligera, pero la presión que ejercía sobre su pelvis era tan placentera que se olvidó de que aún tenía los pantaloncillos puestos.

DOS VIDAS CONTIGODonde viven las historias. Descúbrelo ahora