TIEMPO A SOLAS

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TIEMPO A SOLAS:

Sakura terminó de correr las cortinas de la habitación, ya era un poco tarde y el frío se colaría y podría molestarlo. Así que no sólo cerró las cortinas, también la ventana. En un par de minutos la temperatura aumentaría lo suficiente para ser agradable. Ni siquiera observó el paisaje nocturno, lo tenía memorizado por completo, cada detalle, así que no quería verlo. La otra razón para ignorar la vista frente a ella, era que la odiaba, odiaba que la noche hubiera caído y todo siguiera igual, sin cambios. Odiaba las noches porque debía irse, porque era otro día sin mejoras. Le dio la espalda a la ventana con cierto desdén, como si le estuviera recordando que prefería el sol, como si al día le importara su comportamiento infantil. Pero para ella era una conducta hasta justificada, cuando le dio la espalda, cambió su actitud, sonrió y se olvidó de la noche ingrata.

-Mucho mejor, ¿no es así?

Pero no obtuvo respuesta y no la tendría ni preguntando diez veces más, ni gritando a todo pulmón. Claro que eso no le impedía seguir insistiendo. Y no sólo eran preguntas, en ocasiones eran monólogos infinitos sobre cualquier tontería.

-Necesitamos un poco luz, así que prenderé esta lámpara. No se preocupe, me encargué de que fuera una luz tenue para no molestarlo y yo creo que es muy adecuada para ofrecer un ambiente más cálido. Sé que las noches comienzan a ser frías de nuevo, me parece que el invierno será mucho más gélido este año, es por eso por lo que le pondré una manta extra. Me apena pensar que pudiera pasar frío la noche anterior, hablé con la enfermera y me aseguró que estuvo tranquilo, pero no le creo. De todos modos, aquí está una manta extra, la traje de mi casa, espero que no le moleste; creo que es más cálida que cualquiera que el Hospital pueda tener... Por cierto, no adivinará con quién me topé antes de venir aquí, le daré una pista...

La médico siguió hablando durante un par de horas más, de cualquier cosa que pareciera no tener importancia. Su voz llenó toda la habitación, se había acostumbrado a mantener un tono bajo, uno que pudiera arrullarlo, acompañar a la tranquilidad de la noche o de cualquier hora, porque la verdad era que estaba el día entero allí, como fiel estatua. Y lo estaría el tiempo que hiciera falta, no se alejaba más de un par de minutos y sólo cuando era estrictamente necesario. Todos sabían que podían encontrarla allí.

-Es hora de ir a casa, Sakura-san – le avisó una enfermera temiendo que ella protestara y entonces tener que contradecirla. Casi nadie se atrevía a desafiarla, la veían con un respeto profundo y sincero. La obedecían sin chistar, su nombre se volvió casi tan famoso como el de sus compañeros, en un ambiente médico, ella solía destacar más que Naruto o Sasuke, más que los dos juntos. Pero casi nunca estaba presente para recibir halagos ni dar consejos, todo su potencial como médico se había reducido a cuidar de su paciente y nadie le objetaba nada, ni tan siquiera la Hokage, ella la entendía, quizá mejor que cualquier otro.

-Sí, iré en un momento - la enfermera suspiró de agradecimiento por su respuesta. Era una noche pacífica, para ambas. Los primeros meses la misma Hokage había tenido que ir personalmente y pedirle que se marchara, no sin infinitas protestas de su parte, pero al final sólo había una ganadora y era la legendaria Sanin.

-¿Cómo sigue nuestro paciente, alguna mejoría?

-No, aún no.

Se quedó sola de nuevo, siempre le daban su espacio para despedirse y ella lo agradecía profundamente. Se levantó de la silla que estaba frente a la cama y se acercó a su paciente, se sentó junto a él y suspiró con calma.

-Me tengo que ir, pero volveré mañana a primera hora. Lo prometo – dijo tomando su mano apenas tibia y apretándola con fuera, deseando imprimirle un poco de su propio calor.

DOS VIDAS CONTIGODonde viven las historias. Descúbrelo ahora