Capítulo 42

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Chantajeado por Elliot, por Mía y por Ana

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Chantajeado por Elliot, por Mía y por Ana.

¿Así es el matrimonio? Cuando creo tener el control de las cosas, Ana dice algo y termino haciendo lo que ella pide.

Mierda.

Si, oficialmente soy mi padre. Carrick Grey es un gran ejemplo de Calla y Escucha. En su defensa, puedo decir que pocas veces pelea con Grace y mantiene un matrimonio armonioso.

Sawyer estaciona afuera de la tienda para niños, pero antes de que baje del auto, pido refuerzos.

— Taylor, ven conmigo.

— ¿Señor? — Jason gira para verme con un ligero bronceado producto de sus vacaciones.

— Ana y Mía están ahí adentro, necesito que vayas para equilibrar las cosas.

Y creo que sabe a lo que me refiero, porque sonríe divertido y le dice a Sawyer que espere en el auto.

No me toma mucho tiempo encontrar a mi esposa y a mi ruidosa hermana. Parecen un torbellino de manos tomando todo lo que está a su alcance.

— ¿Señor? — Una chica joven con una coleta rubia viene hacia nosotros — ¿Puedo ayudarle en algo?

La forma en la que me mira me causa un escalofrío e instintivamente doy un paso atrás. Jason carraspea un poco para recordarme que sigue ahí detrás de mí.

— No, gracias. Estoy buscando a mi esposa.

— Oh — Dice con un tonillo de fastidio — Dos chicas están por allá, puede ir a mirar si quiere.

Meto las manos en los bolsillos de mi pantalón y camino directo al fondo de la tienda. Ana observa como Mía intenta meterse a una cuna de madera.

— ¿Qué haces, tonta? — Le gruño cuando estoy junto a ellas.

— Necesito saber si el colchón es cómodo — Dice mi hermana — ¿Lo ves? Es fácil entrar aquí, espero que sea más difícil salir.

Encoge las piernas dentro de la reja de madera y se recuesta. No me sorprende que quepa ahí dentro, ella y Ana son tan pequeñas que seguro cabrían sin problemas.

— Baja de ahí ahora, Mía, pareces una loca.

— Señora Grey, aquí está la lista — Una mujer con gafete de gerente le entrega un papel a Ana.

— ¿Una lista de qué? — Pregunto y mi esposa deja el documento en mis manos.

— Ropa... Cobijas... Toallas — Comienzo a leer la lista, hasta que veo algo extraño — ¿4 mecedoras? ¿Para qué mierdas necesitas cuatro de esas?

Ana me mira con expresión confundida, lo que me indica que no es su idea. Es entonces que mi tonta hermana habla.

— ¡Dah! ¡Para sentarse! — Da un brinco para salir de la cuna — Una es para la habitación del bebé, otra para tu habitación cuando Ana quiera tenerlo ahí. Una más para la habitación que será su estudio y la otra para la sala.

— ¿Y piensas llevar también cuatro cunas? — Me río por lo absurdo que suena.

— Claro que no, tontín, para eso están los moisés. Y solo uno será necesario, puedes elegir uno que tenga ruedas para llevarlo hasta tu estudio si así lo quisieras.

Antes de que pueda pensar una respuesta que no me meta en problemas, mi móvil suena con una llamada de Lelliot.

— ¡Hey idiota! ¿Cómo van las compras?

— ¿Qué quieres, imbécil?

— Solo asegurarme que te estás divirtiendo, hermanito. ¿Kate ya llegó?

— No. ¿Tú donde estás?

Pregunto porque el ruido de voces masculinas al fondo me hace pensar que está en algún lugar concurrido.

— En un bar. Gracias a tu genial idea de las compras tengo la tarde libre, y libre de Kate. Me tomaré una cerveza en tu nombre, bastardo idiota.

— ¿Por qué estás en un bar mientras yo estoy embarrado en este absurdo asunto de las compras?

— No lo sé — Se ríe — Vamos, Christian, asúmelo como un hombre.

En este momento, Katherine entra al local y agita su mano hacia Ana para avisarle que está aquí. Mientras se acerca, su prominente vientre me recuerda que ella también está embarazada.

— Christian — Saluda cuando me ve.

— Katherine — Estiro mi brazo para detenerla — ¿Elliot no viene contigo? ¿Ya tienes todo listo para la habitación de tu hija?

— Oh, Elliot está en el trabajo aún.

Gran bastardo mentiroso.

— ¿Segura? Porque acaba de ir a mi oficina a recoger el último cheque del pago y dijo que tenía la tarde libre.

Kavanagh frunce el ceño y sé exactamente lo que está pasando por su mente. Bien, se lo tiene merecido por imbécil.

— Lo llamaré — Gruñe molesta, pero creo que lo dice para ella.

— ¡Bastardo idiota! ¿Qué hiciste?

Lelliot gruñe por el teléfono, que aún sostengo contra mi oreja. Escuchó toda la conversación, así que no me molesto en lo más mínimo en ocultar la diversión que me provoca.

— ¿Qué decías, imbécil? — Me río — Será mejor que cuelgue porque estás a punto de recibir una llamada.

— ¡Vete a la mierda, Christian! — Gruñe antes de cortar la llamada.

Y como sé que va a desquitarse, empiezo a planear mí siguiente movimiento.

— Mía — Alcanzo a mi hermana — Creo que Katherine y Elliot también deberían recibir tu ayuda, eres muy buena en todo esto.

Señalo la lista y la tienda para que sepa a qué me refiero, haciendo que a ella se le ilumine el rostro.

— ¿De verdad? ¡Eso sería genial! ¡Gracias Christian! Le diré a Kate.

La veo alejarse hacia el par de chicas que eligen cobijas para bebé de cada grueso disponible. Cuchichean algo sobre las decoraciones de la habitación para niña, con tutú y cosas de bailarina de ballet.

— ¿Es necesario que yo siga aquí?

Pregunto con cuidado de no molestar a mi dulce esposa, lo último que necesito es que piense que esté asunto no me interesa.

— ¿Ya estás aburrido? — Me mira con sus enormes ojos azules.

— No, nena, es que siento que no soy útil. ¿Hay algo que pueda hacer?

— Puedes pagar y cargar las bolsas — Grita Mía metiéndose en nuestra conversación.

— Bueno, me gustaría que me ayudaras con la decoración. ¿Te parece si vemos la pintura para la habitación?

Pasos pesados se arrastran desde la entrada de la tienda, dando paso al rubio idiota que tengo por hermano mayor.

— Huya, señor — Taylor susurra cerca de mi hombro.

— Tienes razón, nena, vayamos a ver la pintura.

Tomo su mano y tiro suavemente de ella para alejarnos del desastre que se avecina en forma de imbécil con el ceño fruncido.

Historia de Amor 💜 2Donde viven las historias. Descúbrelo ahora