Capítulo Extra

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— No estoy muy seguro de que esto sea realmente una fiesta divertida

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— No estoy muy seguro de que esto sea realmente una fiesta divertida.

Elliot cruza los brazos sobre su pecho, frunce el ceño mientras escanea el patio trasero de su casa donde las mesas adornadas y juegos inflables se encuentran.

— Te advertí que debías contratar a una organizadora profesional.

— ¡Son niños! ¿Qué tan difícil es mantenerlos ocupados?

El hombre vestido de payaso sigue recargado en un costado, inflando globos para hacer figuras mientras los niños corren sin sentido por todos lados. Por fortuna para nosotros, la casa de Elliot en Broadview no tiene vista al Puget.

— Tal vez debiste traer cajas y objetos ruidosos, los niños aman esas cosas — Mantengo las manos en los bolsillos — Ted se divierte mucho con un jodido dinosaurio que ruge y brilla.

— Ava quería una fiesta de té para sus amiguitas — Hace una mueca de fastidio — Y míralas ahí a todas corriendo con sus vestidos llenos de olanes y tierra.

— Es tu hija, por supuesto que ama la tierra.

Intento no reírme porque Elliot y Katherine son tan opuestos cuando de criar a Ava se trata. Ella la trata con cuidado y fragilidad, luego mi hermano la echa sobre su espalda para hacerla girar hasta vomitar.

— ¿Y qué hay de Ted? ¿Dónde está?

Observo el patio en busca de mi hijo, pero no alcanzo a verlo. Ana se encuentra en la mesa de los pasteles ordenando panecillos sobre bases que asemejan faldas de bailarinas de ballet.

— Taylor — Me giro para llamarlo — ¿Y dónde está Ted?

Él hace una seña hacia el gran inflable en forma de castillo, así que me dirijo ahí para verlo saltar. En lugar de eso, mi pequeño está sentado con un libro de colorear en sus manos.

— Se supone que saltes — Gruñe Elliot a mi espalda.

— Ted, ¿Qué haces? ¿No quieres jugar? — Pregunto yo.

— No.

— El pobre niño es tan raro como tú — Susurra el rubio idiota.

— Piérdete, imbécil.

Le hago una seña a Prescott, que se encuentra a un lado del inflable cuidando de mi pequeño Ted. Ella le lanza una mirada a Elliot y eso es suficiente para que el idiota se largue.

— ¿Puedo sentarme contigo?

— Si.

Me recargo en el borde, el juego moviéndose bajo mi peso. Me estiro para alcanzarlo y sentarlo sobre mi regazo con todo y su libro de colorear.

Ava y Ted cumplen tres años mañana y como ambos deseaban fiestas de cumpleaños, acordamos celebrar hoy la fiesta de mi sobrina y mañana la de mi hijo.

— ¿No te estás divirtiendo?

Ted levanta su vista hacia mi, sus enormes ojos azules como los de su madre se fijan en mi antes de suspirar.

— Ava dijo que tendrá una hermana para jugar.

Oh, si. Ese asunto. Kavanagh está sentada en una mesa con su madre y Grace, ultimando los detalles de su fiesta de maternidad o como sea que se llame.

— ¿Tú quieres una hermana?

— Si.

— ¿Por qué?

— Porque así yo podría correr y ella atraparme.

— ¿Solo por eso? — Le sonrío.

— Ava dijo que tú y tío Elliot son hermanos. ¿Por qué elegiste al tío Elliot?

— Buena pregunta — Digo, pero él me mira sin entender — Yo no elegí a tío Elliot, lo hizo tu abuela y tu abuelo.

Mierda, eso no sonó bien. Cómo si las casas de adopción fueran mercados de bebés.

— Hablaré con tu mamá sobre esto, ¿Te parece bien?

— Okey.

— Ahora ve a jugar y enséñales a esas niñas lo fuerte que grita tu dinosaurio.

Sacudo el cabello de mi hijo. Él se desliza de mi regazo y comienza a correr hacia el grupo de niñas que ruedan en el césped, Prescott siguiéndolo de cerca en cada momento.

Ubico a mi esposa aún rellenando vasitos con dulces de colores, tan concentrada que no se percata cuando me acerco a ella por detrás.

— Nena — Beso su cuello con suavidad — Deja eso un momento y ven conmigo.

— Espera un poco, cielo, ya casi termino.

Toma los bastones de caramelo para colgarlos de los ganchos detrás de los panecillos, así que la envuelvo por la cintura para apartarla de la mesa.

— No puedo esperar más, soy un hombre con una misión.

— ¿Misión? ¿Cuál misión?

Tiro de su mano y me inclino para echarla sobre mi hombro. El movimiento la sorprende tanto que suelta un chillido que alerta a todos.

— ¡Christian! ¡Mi vestido! ¡Bájame!

— No, señora Grey — Inicio mi camino hacia el interior de la casa — Tengo que cumplir el deseo de cumpleaños de Ted.

— ¿De qué hablas? ¡Christian!

Tomo el pasillo hacia la puerta principal cuando pienso mejor las cosas. Tener sexo en la casa de Elliot, por más tentador que me resulte, no es algo que me apetezca.

— Aún quiero saber qué estás tramando — Se queja cuando la bajo en la entrada de nuestra casa — ¡Dejamos a Teddy en la fiesta!

— No está solo, nena, está con Prescott y Taylor.

— Aún así creo que no debimos dejarlo solo.

— Solo será un momento, lo que quiero hacerte será rápido, divertido y me convertirá en un héroe.

Tan pronto como cierro la puerta de nuestra habitación, bajo el cierre de su vestido rosa para dejarla solo en bragas y sostén. Mierda, me fascina el hecho de que incluso esas prendas combinen con su vestido.

— ¿Es una broma? ¿Nos escapamos para hacer el amor?

— oh, si. Y hay mucho más en juego.

Antes de que pueda seguir quejándose, la beso y la empujo hacia el centro de la cama. Desabotono la camisa blanca y el pantalón de vestir para reunirme con ella.

— ¿Cuando es la siguiente dosis de tu inyección?

— ¿Qué? — Balbucea cuando muerdo su cuello — La próxima semana.

— Bien, no te la pondrás.

— ¿Por qué no? — Sigue interrogando a pesar de que jadea cuando muerdo sus pechos.

— Ted quiere una hermana y yo, señora Grey, soy un hombre de palabra.

— ¿Hermana? — Lanza un grito que va entre un chillido y un jadeo — ¿Vamos a hacer otro bebé?

— Por supuesto, ¿No quieres?

Pregunto porque mi miembro ya erecto se encuentra presionando la fina tela de su bikini de encaje. Le toma solo un segundo reaccionar a mis acciones.

— ¡Rayos! — Ella misma se deshace de sus bragas — Hagamos ese bebé ahora, señor Grey.

Historia de Amor 💜 2Donde viven las historias. Descúbrelo ahora