Pocos días después de haber sido mordido, comencé a experimentar un inmenso cansancio, la herida que tenía en mi nuca ardía como si aún estuviera abierta, y aparte de ese tormento, tenía que lidiar con los interrogatorios de mis padres, quienes no descansarían hasta hallar la razón de mi estado de debilidad.
—Hijo, te ves muy enfermo, dime, ¿Has estado comiendo todos tus vegetales?—inquirió mi madre algo angustiada.
La miré compasivo y asentí.
— ¡Deja de atosigar al muchacho, mujer! Él no tiene la culpa de estar así, seguro pescó otro resfriado—objetó mi padre.
Luego de aquellas palabras empezaron a discutir, yo esperé el mejor momento y me fui a mi habitación cerrando la puerta con seguro.
Me recosté un rato y traté de dormir, pero ese punzante dolor era insoportable, pasé un buen rato rodando en el colchón hasta que escuché que alguien golpeaba mi ventana, retiré las cortinas y vi el rostro de mi amigo, sus brillantes y afilados colmillos se asomaban mientras me sonreía.
— ¿Me dejas pasar?—susurró y su aliento chocó levemente contra el vidrio.
Hice un gesto de aprobación y abrí la ventana con delicadeza para evitar hacer mucho ruido, el muchacho entró con cuidado en la habitación, y cerró la ventana tras de él, a continuación se sentó el suelo y me invitó a acompañarlo.
— ¿Qué haces aquí?—murmuré—es tarde.
—Pensé que te sentirías solo y decidí venir a visitarte—dijo en voz baja—, además, quería traerte un regalo.
Me dio una caja de jugo de ciruela— ¿En serio?—lo miré con cierta ironía.
—Lo siento, no había de mora, y sé que es tu favorito pero no lo pude encontrar en ninguna tienda a esta hora...—guardé silencio.
—Te ayudará para que no te sientas agotado...—se rascó la nuca— ¿Te duele mucho?
—Un poco...
Se acercó y tomó mi mano—Conozco a una persona que puede ayudarte con eso—, lo miré sorprendido.
— ¿Quién es?
—Mi padre...
Eso fue bastante repentino— ¿Su padre? ¿Qué puede hacer un vampiro para hacerme sentir mejor?—, quedé desconcertado, no imaginé que su padre fuera capaz de ayudarme, y mientras más pensaba al respecto, menos me agradaba la idea, de hecho, me daba hasta miedo, pero era una alternativa.
Todo pasó muy rápido, nos escabullimos y salimos por la ventana, bajamos por el árbol que estaba en el patio y partimos rumbo a su casa. Corrimos por los oscuros senderos del vecindario en medio de la fría noche, y como el par de mocosos que éramos, no nos separábamos ni un centímetro uno del otro.
Al llegar nos recibió un apuesto joven de cabellos oscuros y mirada carmesí, quien se mostró bastante contento de vernos.
—Hola...soy Subaru, mucho gusto, señor—le tendí mi mano algo nervioso.
—Un placer jovencito, y no te preocupes, no voy a morderte, aunque a los de mi clase se nos conozca por cosas semejantes—me sonrió, pude ver unos filosos y grandes caninos asomándose en su boca, los cuales rozaban levemente con su labio inferior.
—Bueno...ah...
—Disculpa un momento...—se dirigió a mi acompañante—, ¿En dónde te habías metido, pequeño bribón? ¿Tienes idea de qué hora es? ¡Son más de las nueve!
— ¡Puedo explicarlo!—se excusó—necesitaba ver a Subaru, hace unos días lo mordí y creo algo malo le pasa...
—hmmm...
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Hilos rojos.
VampireDurante siglos se pensó que los vampiros ya no rondaban por la faz de la tierra, la legión de cazadores se disolvió cuando dieron por cumplido su objetivo, y los temidos chupa-sangre pasaron a ser una leyenda para asustar en Halloween. En la actuali...