3. En la oscuridad.

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La mayor parte de los seres vivientes van tras la luz, persiguen hasta el más pequeño destello para no perderse, ciertamente, en lo profundo de la oscuridad el entorno es casi imperceptible, sobre todo para aquellos que dependen de su visión. Uno no debería ser así, ya que si llega a perder la vista sería muy difícil defenderse allá afuera, por lo tanto, es necesario entrenar los otros sentidos para no ser presa fácil de cualquier cosa que pueda estar escondida entre las sombras. Eso me quedó más que claro cuando empecé a relacionarme con vampiros.

Siempre que iba a casa de mi amigo, tenía la sensación de que alguien nos observaba, cuando recorríamos los largos y sombríos pasillos de la mansión. Los cuadros de las paredes, las puertas y ventanas, tenían aspecto de ser muy antiguos, lo que me daba a entender que ese lugar fue construido hace mucho tiempo, y las habitaciones de la planta baja se veían bastante diferentes en comparación a las del piso de arriba, el cual me provocaba escalofríos.

King me contó que esa zona no había sido remodelada aún porque hacía falta dinero, además de que casi nadie subía desde que su madre y sus hermanos se fueron de viaje a Europa. Sin embargo, la habitación de su padre y la de él se encontraban ahí, aunque ellos preferían usar las de huéspedes porque las suyas no estaban del todo terminadas.

Una noche, entramos por la ventana para escabullirnos hasta el ático, ya que, según el curioso muchacho, su padre ocultaba algo, y él quería ir a investigar, pero tenía miedo de ir solo—vaya cobarde, y eso que es un vampiro—, no tuve más remedio que acompañarlo, y admito que también era porque me picaba la curiosidad.

Todavía estaba enojado con él por haber sido tan descuidado, pero debo ser realista, parte de la culpa recae en mí, y es inútil estar molesto por algo así tanto tiempo. En ese momento había cosas más importantes de las que preocuparse, como que si su padre nos encontraba ahí, no estaba seguro de qué tipo de castigo nos daría.

Pasó más de una hora y no hallábamos las escaleras del ático, nuestra angustia por ser descubiertos aumentaba, sumada al miedo que le teníamos a ese sitio. Al instante escuchamos un ruido y nos escondimos en su habitación. Nos sentamos en el suelo, y no se veía absolutamente nada, lo único que podía distinguir era a King quién me estaba abrazando con fuerza mientras temblaba. Sus latidos y su respiración eran agitados y estaba helado, su comportamiento no me sorprendió, pero sí el hecho de que a pesar de lo asustado que estaba todavía me protegía, bloqueaba la puerta con su espalda mientras me mantenía a salvo entre sus brazos.

Podía sentir claramente sus latidos porque mi cabeza estaba apoyada en su pecho, ya me había acostumbrado a esa cercanía, pero no había prestado atención a ciertos detalles, como por ejemplo, su tacto, su temperatura corporal, su aroma... Supongo que el no poder ver, me había hecho más consciente de esas cosas.

Recuerdo que el señor Vincent mencionó una vez que los vampiros, en especial los de la rama principal, tienen una esencia distintiva que resulta muy atrayente para los humanos, por lo que solía usarse de señuelo cuando buscaban sangre, y a veces para otros propósitos, como comunicar emociones. Al parecer, él intentaba decirme algo más que simplemente "Estoy asustado".

En el pasillo se escuchaban pasos, y creo que perdí la cuenta de las veces que recé para que no abrieran la puerta. Nunca sucedió.

Nos levantamos del suelo, y comencé a tantear la pared en busca de un interruptor.

—No hay electricidad—susurró el chico.

—Demonios...—murmuré— ¿Ahora qué?

—Debe haber una lámpara por aquí cerca, sólo no te separes de mí.

—O-ok...

Tomó mi mano y caminamos despacio por la habitación, hasta que moví algo con la mano— ¿Qué será esto?—, se lo di a King y él comenzó a examinarlo dándole golpecitos con los dedos.

—Es una lámpara, rápido, pásame el encendedor—dijo entusiasmado.

Intentamos encender esa cosa, pero no pasó nada, entonces salimos de la habitación guiados por el resto de nuestros sentidos.

Una vez en el pasillo, volvimos a oír un sonido extraño, parecía venir de las escaleras, todavía con miedo avanzamos entre las sombras y nos encontramos con otra puerta, entramos al cuarto y ahí hallamos una vela encima de un estante, la encendimos y ¡Voila!, al fin podíamos ver.

—Subaru, creo que fue una mala idea buscar el ático a escondidas de mi padre... lamento haberte arrastrado a esto, mejor aprovechemos para irnos antes de que él llegue ¿Si?

— ¿Ahora te quieres echar para atrás?

—Pasamos más de dos horas buscando ese estúpido ático, además, si mi padre nos ve, estaremos en graves problemas...—suspiró—no sé en qué estaba pensando, vámonos...

Después de eso, King estuvo muy callado todo el camino, no dijo ni una palabra hasta que llegamos a mi casa. Cuando me dejó en mi ventana, me preguntó si podía quedarse otro rato, me pareció un poco raro, pero le dije que sí, cerró la ventana tras de él y luego se sentó en mi alfombra.

—Subaru...mi padre está ocultándome algo...

— ¿Por qué lo crees?

—Cada vez que le pregunto sobre el ático sólo me cambia el tema.

— ¿Y si no es algo importante?

—Pues...

—Te preocupas demasiado—interrumpí—, quizá no es la gran cosa, pero es un asunto que no nos corresponde.

—Supongo.

—Confía en mí, tu padre siempre ha sido honesto con nosotros, debe tener una buena razón para no hablar sobre ese lugar—asintió con desánimo.

Aquella noche King se despidió con una sonrisa cansada, como si estuviera triste, bajó lentamente el árbol del patio, y al estar en tierra se fue caminando con pasos pesados, yo lo observé mientras se la alejaba, perdiéndose en la oscuridad.



Hilos rojos.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora