La Rosa Negra No Pertenece a Este Lugar

24 0 0
                                    

Viendo la situación, Dreggor estaba lleno de la más gigantesca ira, mientras que Kyara, Maki y Marii, quienes estaban atados, veían a sus amigos que recién llegaban.

-Ok, vamos a ser claros, me harté de ser parte de su juego de guerrilleros, no seré el villano cliché de una tonta historia de héroes en la que al final el mal es derrotado por el poder de la amistad o algo así -dijo Kor.

-Parece que alguien ha visto demasiado my little... -inmediatamente Maki iba a terminar esa oración, Kor enterró su lanza en su rodilla izquierda, atravesándola.

-¡Ah, me las pagarás! -exclamó Maki, moviéndose bruscamente por el dolor, dentro de lo que las cuerdas que lo amarraban le permitían moverse.

-Ya basta, Kor, es a mí a quien quieres, y me entregaré si es necesario -dijo Dreggor, acercándose valientemente unos pasos hacia los enemigos, mirando a Kor fijamente.

-Es claro que te queremos, eso sobra decirse, pero no nos detengamos con uno, tenemos varios secuestrados acá -dijo Jaggo, poniendo su brazo izquierdo al rededor de Kor, en muestra de excesiva confianza.

Corrigió con su mano derecha el brazo que Jaggo le puso, mientras que con la izquierda presionaba el hombro del esquelético secuaz, y, jalándolo hacia abajo, arrancándolo.

-¡No me vuelvas a tocar así, esqueleto irrespetuoso! -exclamó Kor enojado, mientras Jaggo saltaba de dolor al ver cómo su brazo cayó al piso.

-¿No estabas en la prisión de nuestra nave, Jaggo? -preguntó Matt.

Jaggo y Kor solo se reirían al ver a Matt preguntar esto, mientras que el esqueleto volvía a ponerse su brazo en su lugar entre risas, sin dejar de mirar tétricamente a Dreggor.

-¡Qué le hicieron a la nave, monstruos! -preguntó Matt, lleno de ira, dando unos pasos hacia adelante.

-Lo que quisimos -respondió Kor.

Hubo un breve silencio de parte de todos en el lugar, acompañados con el sonido de una gotera cayendo desde el mohoso techo frente a los rehenes. 

Matt se dispuso a romper este silencio sacando con velocidad su pistola de su funda, con su mano derecha, para abrir fuego contra Kor. 

Se cubrió con su capa, haciendo un movimiento de brusco en la que puso como barrera, y al parecer esta lograba retener las balas con tenacidad, como si tuviera un objeto totalmente rígido. Luego de que Matt hizo esto, los guardias se abalanzaron contra él a dejarlo en el piso retenido, mientras que este se los quitaba de encima con sus manos, como si se tratase de sanguijuelas, pero como ellos eran mayoría, lo dejaron inmovilizado.

-¡Te voy a partir a la mitad! -exclamó Matt.

Un montón de guardias de Kor entrarían por la entrada de la casa, apuntando a Matt, Bateman, Dreggor y Ssus con sus rifles, para dejarlos arrodillados frente a Kor.

-Podríamos hacer un trato, nos llevaremos sólo al kristalmosiano si su amiguito luxiano nos dice dónde está la rosa negra -dijo Kor, levantando un poco el mentón de Bateman con su mano.

-La rosa negra es un mito, lunático -respondió Bateman.

-No, no lo es -añadió Dreggor a la conversación.

Bateman volteó a mirar a Dreggor, con una expresión totalmente sorprendida, y este continuó:

-Actualmente tú tienes la rosa roja, es la espada que está enfundada en tu espalda, eso ya lo sabes,  Bateman.

-En efecto, lo sé, perteneció a mis antepasados.

-Pues bien, eres alguien inteligente e imagino que sabrás de física.

-Lo que mi larga vida me ha hecho saber, además de todo lo que estudié, lo que leí.

-Entonces sabrás que este universo no es el único existente.

-No lo he comprobado con mis ojos, pero sí, sé que hay más.

-Pues, como aquí existe un Matt, en algún universo existe un Ttam, al igual que un Roggerd o un Ikam.

-¿Estás diciendo que las leyendas de contrapartes enfrentándose... 

-Son verdaderas, y es lógico, los filósofos siempre apuntaron a esto, mi amigo.

-Así que si estoy yo en este universo, en el universo que es supuestamente contrario al nuestro, habría una contraparte mía que en vez de tener la rosa roja, tiene la rosa negra.

-No es totalmente contrario ese universo del que hablamos, porque sino, no podríamos hacer ni la más mínima comparación ni marcar los antónimos.

-¿Entonces la leyenda de la rosa negra es explicada con esto?

-Es probable.

Kor interrumpiría lo que Dreggor dijo, enterrando en el piso su lanza, haciendo un fuerte ruido, para proceder a gritarles:

-¡Me cansé de esperar a que hablaran, díganme ya si hay trato o no!

-¡Aunque supiera dónde está la rosa negra y te la diese, jamás nos dejarías en paz! -respondió Bateman a Kor.

Kor soltó una leve risa, y puso la punta de su lanza en la garganta de Bateman, quien se mostraba rebelde.

-Entonces, no quedará nada más que ejecutar a todos, y llevarme a Dreggor y a la rosa roja, si no van a hablar -dijo Kor.

Los soldados atrás de los que estaban atrapados y amarrados en las sillas, pondrían los cañones de sus rifles en las cabezas de los rehenes, y Kor procedió a decir:

-Pero primero quiero que vean cómo cada uno de sus amigos mueren.

-¿Tenemos permiso para ejecutarlos? -preguntó uno de los soldados, el que le apuntaba a Maki en la cabeza.

-Adelante, que empiece el capitán de la guardia real necropolitana.

El capitán, osea, el que estaba apuntando a Maki, procedió a quitar el seguro de su rifle, sin apartar el cañón del cráneo de su próxima víctima.

-Für die freiheit in der Nekropole -dijo el capitán.

-¿Qué dijiste? -preguntó Kor.

Luego de que Kor preguntase eso, el capitán procedería a abrir fuego rápidamente contra los demás guardias de Kor, excepto contra los que estaban atrás de Bateman, Dreggor, Ssus y Matt, y también disparando contra Jaggo, acabando con los guardias, y dejando a Jaggo en el piso, literalmente en varias piezas, pero consciente.

-¡No! -exclamó Kor.

Ssus procedió a utilizar sus dos manos para quebrar la pierna del guardia atrás suyo, y sacar su revólver escondido en su bufanda, para disparar a algunos de los guardias en su parte trasera. 

Bateman procedió a crear un escudo redondo en sus dos manos, de enorme tamaño, que bloquearía las balas que fuesen contra este, cubriendo a Ssus, a Matt y a Dreggor con él, mientras que Ssus disparaba por arriba del escudo hacia los otros guardias.

El supuesto capitán que traicionó a Kor, estaba apuntándole a la cabeza a este, con el rifle, usando su mano derecha, y con la izquierda se quitó el casco de guardia necropolitano, dejando ver un rostro aparentemente humano, de pelo negro, y una mirada relajada y feliz.

-¡Traicionero, tú no eres necropolitano! -exclamó Kor.

-Correcto, puede llamarme Yannick.



Ktinis- La Amenaza de la NecrópolisDonde viven las historias. Descúbrelo ahora