Cap 10 pt 3: Tormenta nebular

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- Preciosa, tengo que irme -resopló Shun antes del amanecer, mirando el móvil-. Mi hermano quiere que vayamos de acampada este fin de semana para celebrar el final de los exámenes, se supone que en dos horas salimos y aún no he preparado la mochila.

- Oh, vaya, ¿y me vas a dejar sola y desnuda aquí? Yo pensaba darte cuarenta y ocho horas de sexo "non stop"... -le fastidió ella con un mohín.

- Ya me gustaría, muñequita... Pero prometo escribirte siempre que tenga cobertura -dijo él, besándole el pelo y abrochándose la camisa.

- Bueno, si no tienes escapatoria... Pero sigo pensando que mi plan es mejor que el de tu hermano.

Alma se puso un camisón, salió a despedirle a la puerta del apartamento y se quedó apoyada en el quicio, mirándole bajar los escalones de dos en dos. Con un suspiro y una sonrisa tonta en los labios, regresó al dormitorio y encontró el móvil de Shun sobre la almohada. Desde luego, menudo despiste tenía, pero debía devolvérselo enseguida o no podrían escribirse durante el fin de semana... Tendría que darse prisa para alcanzarle antes de que se marchase, pensó, mientras se echaba una chaqueta de punto sobre los hombros y corría a su encuentro.

Shun ya estaba subido a la moto, a punto de ponerse el casco, cuando la oyó llamarle desde el otro lado de la calzada, agitando la mano en la que sostenía el teléfono. Sonrió un poco avergonzado por el olvido mientras ella cruzaba hacia él, cuando, de repente, algo le puso en guardia.

A partir de aquel momento, para Shun todo sucedió en apenas unas milésimas de segundo; aun antes de que entrase en su campo visual, escuchó perfectamente el sonido de un motor revolucionado a tope: aquel deportivo circulaba demasiado rápido y Alma estaba en su trayectoria... A esa velocidad, la atropellaría antes de empezar a frenar siquiera. No había tiempo para correr y apartarla, y, aunque lo hubiese, si se abalanzaba sobre ella a la velocidad del sonido podría provocarle heridas serias, así que, sin pensar en nada salvo en protegerla, se dejó guiar por su instinto, extendió el brazo e hizo lo único que le parecía razonable en aquel momento:

- ¡Tormenta nebular!

Desde el punto de vista de Alma, el mundo que la rodeaba se ralentizó y se volvió confuso. Vio el coche, avanzando hacia ella a un ritmo ineludible; escuchó el grito desesperado de Shun, de cuyas manos provenía un extraño torbellino, y, de repente, todo terminó con el horrible sonido de la colisión.

El vehículo salió despedido bruscamente de la calzada hasta estrellarse contra un árbol cercano. Shun corrió hacia Alma, que le miraba con la boca abierta y los ojos llenos de terror, como si acabase de vislumbrar un fantasma.

- Shun, ¿qué has...? –empezó, pero se desmayó y cayó al suelo antes de que él pudiese sujetarla.

- ¡Alma! Alma, ¿estás bien? -gritó él.

El sonido de su cráneo chocando contra el asfalto le retumbó en los oídos. La examinó con rapidez: estaba inconsciente, pero respiraba con normalidad y no parecía herida. La dejó tendida sobre la acera un instante, miró a su alrededor hasta localizar el coche y se precipitó sobre él, cegado por la ira que hacía arder visiblemente su cosmos como un huracán que le rodeaba.

- ¿Se puede saber en qué cojones pensabas? –arrancó la puerta de los goznes sin esfuerzo alguno y la arrojó sobre la hierba, loco de rabia.

- Tío, ¿quién... qué eres tú? –tartamudeó el conductor, tan borracho que no podía mantener la cabeza erguida, recostado sobre el airbag.

- Tu peor pesadilla, como a ella le ocurra algo –susurró Shun, amenazante, asiéndole por el cuello de la camiseta y luchando por recuperar el control de sí mismo.

Volvió junto a Alma, encontró su teléfono cerca y marcó el número de emergencias. Algunos vecinos comenzaban a asomarse, alarmados por el estruendo. Shun la recostó en su regazo mientras realizaba la llamada y solo entonces notó algo cálido y viscoso cubriéndole la mano con la cual la sostenía: la cabeza de Alma estaba sangrando.

- ¡Ayuda! ¡Necesitamos ayuda!


Gracias a quienes estáis siguiendo la historia; a partir de ahora, voy a aumentar la frecuencia de publicación a tres veces por semana: martes, viernes y domingo

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