Malleus Maleficarum ᵈᵒʷᵒᵒ

04: Telekinesis

Esta es una continuación directa de Divination.

Tenía sed de venganza, quería ver su sangre correr y no iba a detenerse hasta que se hiciera realidad.

Luego de haber visitado la casa abandonada, Jungwoo utilizó su poder de adivinación una vez más para saber a quiénes tenía que buscar. No le tomó nada de tiempo averiguar sus nombres y dónde podría encontrarlos.

Un par de días después, se encontró en un bar, pretendiendo estar allí para tomar un poco, como parte de su plan. Si su intuición no le fallaba, esos idiotas no pasarían por alto su presencia.

Sentado en uno de los bancos de la barra, tomó un sorbo de su bebida y escaneó el lugar con la mirada, reconociendo a los tipos de inmediato. Estaban sentados en la mesa del fondo, tomando cerveza y riendo. No habían cambiado casi nada, exceptuando que el más alto se había rapado y teñido el cabello de rojo. Por un momento quiso levantarse y arrancarles la cabeza allí, pero sabía que tenía que esperar; en primer lugar, podían arrestarlo y, además, sería demasiado fácil asesinarlos sólo así. Merecían sufrir más.

Cruzó miradas con uno de ellos antes de mirar a otro lado, forzándose a sí mismo a sonrojarse, a pesar de que lo único que sentía por ellos era asco. Ahora que estaba seguro de que los muchachos estaban al tanto de su presencia, comenzó a moverse y comportarse de manera más amanerada. Sus movimientos eran más suaves y, cuando entabló una conversación insignificante con uno de los comensales, rio de manera exagerada, casi como teniendo un cartel fluorescente que dijese "SOY GAY". Él no actuaba así normalmente, pero quería que lo supieran, captar su atención y lo logró. Por las próximas horas, pudo sentir la mirada penetrante de los tipos sobre él.

Al terminar su tercera bebida, Jungwoo se excusó con el hombre con quien había estado hablando y, luego de darle un número falso, salió del lugar. Se encogió en su abrigo debido al frío y comenzó a caminar. Levantó su vista por un momento y contempló el cielo completamente despejado; las estrellas brillaban de manera hermosa y la luna llena se veía preciosa. Su corazón se encogió y sonrió con melancolía.

Voy a vengarte, Doyo. Incluso si es lo último que haga.

Unos pasos detrás de él lo trajeron de vuelta a la realidad y, cuando se percató de lo que eso significaba, su expresión cambió a una más sombría. Pobres idiotas, eran más estúpidos de lo que pensaba.

—¡Oye tú! —escuchó que le gritaban pero no volteó y, en cambio, comenzó a caminar más rápido. Quería que creyeran que estaba asustado, que él era la presa en esta situación—. ¡Te estoy hablando!

Apresuró el paso, doblando por diferentes calles como si estuviera intentado alejarse de ellos, hasta que uno de esos tipos lo tomó del brazo bruscamente y lo hizo girar.

—¡Te dije que voltearas, maricón de mierda! —el más alto de ellos espetó, pero antes de que pudiera hacer algo más, Jungwoo hizo que su cabeza se estrellara con el muro más cercano. El otro, al ver eso, intentó hacer algo, pero terminó en la misma situación, cayendo inconsciente al instante.

Jungwoo dio palmaditas a su chaqueta, como queriendo quitar la suciedad que el tipo había dejado allí y esbozó una sonrisa torcida. Manos a la obra.