《uno》

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--- Vamos, debemos ir a abajo ---. Dijo uno de mis amigos con apuro, Zabdiel, para ser claros.

Al parecer hoy era un día importante, pues el director nunca recibe a ningún alumno en esta época del año, cuando ya todos los estudiantes están ubicados e instalados en sus respectivas habitaciones.

---. Está bien, vamos --- Dije y me levanté del cómodo silloncito que había en la biblioteca.

Pasábamos nuestro tiempo allí, ya que las clases, lejos de los exámenes, no eran muy pesadas y el lugar era comodo y calido para pasar el rato.

Nos dirigimos a la entrada del gran internado, ya había gente rodeando el edificio que se alzaba imponente y glorioso, parecido a un castillo. En cuanto los portones extravagantes se abrieron de par en par, vimos entrar a un hermoso auto negro, era elegante y brillante, coincidía totalmente con la idea del castillo.

¿Cual podría ser estupido niñito que estaría ahí?

---. Alerta de niño mimado y caprichoso --- Dijo Zabdiel a mi lado.

Le di la razón a pesar de que todos los aue mos encontramos aquí teníamos una gran posición económica.

El director, un hombre ya adulto rozando la tercera edad, con descendencia latina y ojos verdes y severos, inició su caminata hacia el lujoso vehículo.

Se abrió la puerta y primero bajó un chico castaño claro, con una sonrisa que tenía una pizca de grandeza y arrogancia, pero él no era el único, detrás de él bajo otro chico, este era más delgado, piel bronceada, cabello corto y bien peinado, llevaba puestos lentes oscuros.

El director abrazó al último, dándole unas palmaditas en su espalda, y este le devolvió el abrazo con afecto y con una sonrisa.

--- Que extraño --- Murmuré, Zabdiel me miró, por primera vez lo hacía desde que se bajó aquel chico de sonrisa arrogante y de gorra.

Si, era fuera de lo común que el director Colón recibiera a nuevos estudiantes en esta epoco, aún más extraño que tuviera algún tipo de relación con estos.

[...]

Después de que llegaran los nuevos, nos adentramos nuevamente en los pasillos de la gran escuela.

Probablemente después de que termine el rutinario ciclo de cada día vuelva a mi habitación.

La solitaria habitación, la cual había habitado desde los 13 años, llena de pósters, dibujos, fotos y ropa regada por el suelo.

--- Estudiante Pimentel, por favor venga a la oficina del director ---. Se escuchó por toda la escuela debido a los pequeños parlantes que colgaban de las paredes. Seguido de eso, los abucheos por parte de mis adorados compañeros se hicieron presentes.

Me despedí cortamente de mis amigos y caminé hacia la oficina del director. Di unos golpes a la puerta para después escuchar un "pase" dicho desde el otro lado.

Cuando entré vi al director y al delgado chico de lentes, esta vez los llevaba adornando su cabeza, dejándome sus ojos verdes.

--- ¿Necesitaba algo señor? ---. Dije tratando de ser lo más educado y cordial posible.

--- Así es ---. Comenzó diciendo, haciendo un ademán con las manos para que ocupara el asiento vacío frente el escritorio de madera oscura---. Te presento al joven Colón, Erick. Erick él es Joel Pimentel, tu nuevo compañero de cuarto ---. Mi cara se desfiguró al instante por la sorpresa. El chico me tendió su mano con una sonrisa, y sus ojos parecían sinceros aunque también un tanto reservados.

No acepté su saludo y miré fijo al director.

--- ¡Yo no compartiré mi cuarto con alguien! ---. Escupí furioso, cualquiera diría que mi actitud era la de un niño de preescolar maleducado y yo le daría la razón, en algún otro momento, no cuando estaba escuchando tales noticias.

El Internado ||joerick|| Terminada Donde viven las historias. Descúbrelo ahora