《tres》

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Editado: 10/07

--- y... ¿Me dirás? --- Aún insistía en que le dijera el nombre del estupido chico.

--- Se llama Johann, Erick --- me miró con interrogación para que siguiera ---. Acosaba al que, cuando tenía 14 años, era mi mejor amigo, el chico se cambió de instituto y yo no volví a saber de él---. Me miraba con pena y, no lo culpo yo me miraba todos los días al espejo con la misma cara y el mismo sentimiento en mis ojos desgarrando mi interior.

Era estupido, yo no tenía problemas, al menos no reales, de esos que deberían doler. Perdí a una infinidad de amigos cuando era más joven, siempre lo hacía y volvía a conseguir amigos. Siempre estaba en un ciclo que parecía no terminar, por suerte después encontré a los chicos y todo cambió.

Aunque Erick era diferente, sentía que él no se alejaría.

--- Joel, Joel --- escuché decir a Erick.

Estaba a mi lado chasqueando sus dedos en mi cara.

--- Lo siento, me perdí un poco--- dije sonriendo para que él también lo hiciera. Me gusta cuando sonríe.

--- Parecías más tildado que en un viaje astral. ¿En qué pensabas? --- no le iba a decir que él me parecía especial o que su sonrisa era linda ¿No?

--- En que tengo hambre ¿vamos a comer? --- sonrió y asintió. Salimos y recorrimos los pasillos adornados con fotos y pinturas antiguas de los antiguos estudiantes y profesores de la institución. Erick por lo general me contaba alguna historia de los fundadores o las azañas de los antiguos estudiantes.

Al llegar nos encontramos con la grata y embarazosa imagen de Zabdiel y Chris mirándose fijo a los ojos, perdidos en una conversación tranquila y con sus manos entrelazadas sobre la mesa.

Reimos y simulamos tocer para separar al dúo, que con un poco de vergüenza lo hicieron rápidamente. Sus manos aún entrelazadas.

--- ¡¿Que le hiciste a Erick?! --- gritó  Christopher exageradamente al ver la mano de Er, tan exagerado que podría decirse que sólo lo hizo para desviar el tema de conversación que íbamos a empezar.

--- Yo nada --- dije rápidamente --- él solito se tropezó por estar caminando con el celular --- Christopher negó en forma de regaño.

--- Perdón, mamá --- dijo Erick en forma de burla.

--- ¿Qué quieres para comer? --- le pregunté a Erick.

--- Una manzana y un jugo de naranja, por favor --- ¿Qué? No puede agarrar cosas, el muy imbécil se lastimó su mano derecha.

--- ¿Por qué tú no haces eso? ---. Acusó Christopher a Zabdiel.

— Tu no eres un bebé — Ambos empezaron a reir. — En serio, Dios, ya cásense y nos evitan este sufrimiento de verlos coquetear todo el tiempo.

Erick se sonrojó y yo me fui antes de tener que contestar a cualquier cosa que eso haya significado.

Caminé hasta la larga fila que tenía que hacer para poder pedir la comida.

Cuando ordené nuestras comidas y comencé a dirigirnos a la mesa que estábamos usando. A lo lejos podía ver a alguien sentado muy pegado a Erick, casi abrazándolo, también noté que le ponía más interés a Erick que a los chicos.

Dejé la manzana y el jugo frente a Erick y me senté separado de ellos.

--- Joel, él es Abraham --- sonreí falsamente y me concentre en comer mi desayuno.

No sé que era lo que estaba sucediendo dentro de mi. Había algo que me llemaba a sentarme junto a Erick y hacerle saber a ese chico que yo era su... amigo.

--- ¡Holis! --- saludó Yoandri sentándose a mi lado. Salude con la mano --- ¿Pueden venir a sentarse los nuevos? --- preguntó. Miré a mis amigos que asintieron dejándome claro que estaban de acuerdo.

--- Claro, ¿por qué no? --- Yoyo hizo una seña con su mano llamando a los chicos que habíamos visto mas temprano.

--- Él es Iván --- presentó al chico con rasgos asiáticos --- y él es Riccardo --- esta vez presentó al chico que era medio rubio, estaba casi cien porciento seguro de el ultimo era algún tipo de modelo.

Cuando los chicos se sentaron la incomodidad inundó el aire. No entendía muy bien que estaba pasando pero quise romper la tensión que se había generado.

--- Y... Riccardo ¿De dónde vienes? --- pregunté al lindo chico a mi lado --- Por cierto, soy Joel --- hablé captando todas las miradas a mi alrededor.

--- Dime Riki --- sus labios se curvaron en una perfecta sonrisa, una linda sonrisa --- Y vengo de Italia, mis padres son de allí. ¿Y tú? --- él también tenía ojos lindos.

---  Yo tengo sangre mexicana pero nací en California, prácticamente me crié allí.--- dije y sonreí coteto. Solo quería que Erick me prestara un poco de atención, que reaccionara.

Le di un mordisco a mi manzana, sólo un momento despues se me fue arrebatada por un Erick un tanto divertido y encantador.

--- Me gustan más las manzanas verdes --- le dio un mordisco --- para que lo tengas en cuenta la próxima vez, querido Joey--- sonreí por el apodo y tomé su manzana roja.

[...]

--- Camita --- dijo Er, apenas entramos a la habitación después de un largo día de clases, se lanzó sobre la cama y abrazó sus almohadas.

--- Perezoso --- le dije sentandome en la cama y tomando el libro que estaba leyendo.

— ¿Te puedo preguntar algo?

— Ya lo hiciste — respondí dejando el libr de lado.

— Joey — replicó con una sonrisa a lo que murmuré para que siguiera. --- ¿No estás cansado? --- me dijo sentándose a mi lado.

--- ¿De qué?

—No lo sé, de estar aquí, medio encerrado, sólo estudiando sin nunca poder salir, vivir. Ir a la playa o ver las estrellas hasta el amanecer. — hizo una pausa viendo por la ventana —. Ya sabes, todas esas cosas que los adolescentes hacen y disfrutan. — Sus ojos brillaban, y recordé la noche que me desperte en la madrugada para encontrarlo sentado en el alféizar de la ventana, viendo con sus ojos cansados el brillo de las estrellas.

Una imagen mental que no quisiera olvidar.

Reflexioné un poco antes de responder, siempre se aparecía en mi mente la idea de salir.

--- Estoy acostumbrado a estar aquí, tú has estado hace cuatro semanas yo he estado aquí desde los trece años, he estado cinco años aquí adentro. Nunca he disfrutado como un chico normal. Y... Me da igual. Mi vida ya es así, y sinceramente, hay cosas peores.

Erick me observó apenado. Y luego sin decir nada se acurrucó a mi lado. Sólo descansando su cabeza en mi hombro.

Ninguno de los dos dijo nada después de eso, demasiado perdidos en nuestros pensamientos para hablar. Erick se fue a dormir tiempo después.

Yo me quedé pensando en la infinidad de experiencias que estaba perdiendo día a día. A veces en la inmensidad de la noche, cuando todos duermen y la soledad ataca a mi mente, me imagino una vida en la que mi padre me ama lo suficiente como para no mandarme lejos.

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El Internado ||joerick|| Terminada Donde viven las historias. Descúbrelo ahora