A veces es difícil creer que alguien a quien conoces y quieres, decida terminar con todo.
No sé como escribirlo para que puedas entender lo que quiero explicar, lo que siento cuando me acuerdo de ellas, de mis queridas amigas.
A lo largo de los años, todos hemos perdido a familiares, amigos, algún amor.
La vida no siempre es justa para nosotros.
Unos se van porque... no lo sé, ¿realmente era su hora?
Voy a contaros un pequeño cuento de princesas.
No son de las típicas mujeres delicadas, ellas son... realmente valientes.
Había una vez, una princesa especial llamada Lorena, a la que vi crecer, vi ser madre, pero también por cosas de la vida, la vi sufrir por la muerte de su hermano.
Ella se recuperó, lo hizo, poco a poco y con perseverancia porque también luchaba por su vida.
Llevaba años en pie de guerra por culpa de un maldito monstruo.
Uno que era un villano, un ser despreciable, ya se había llevado a su hermano pequeño.
Pero un ángel hermoso lo rescató, ese ser celestial se lo llevó al reino del descanso eterno.
No lo mortificó por mucho tiempo, no sufrió como lo hizo ella.
Fue rápido, tanto, que no dio tiempo a nada.
Ese ser malvado tenía nombre, se hacía llamar cáncer, él los perseguía sin descaro, asechaba desde la misma oscuridad.
Primero su hermano... luego su madre.
Pero la princesa no se dejaba atrapar, ella no se rendía, luchaba día si, y día también contra él.
Tenía una hermosa armadura resplandeciente que cubría cada parte de su magullado cuerpo.
Yo la llamaba la gran guerrera gallega, porque lo había vencido en varias ocasiones.
Ella luchaba sin descanso, sin tregua, no iba a rendirse tan fácilmente.
Cogió su caballo blanco, se montó en él, y galopó fuerte.
Fue directa hacia un castillo llamado hospital.
Allí la vieron los mejores magos, pudieron dar con la cura, le dieron una pócima mágica.
Durante un largo tiempo la tomó, todo fue maravilloso, ella se estaba recuperando.
Pasaron tres años, lo había superado, lo había sacado de su vida y dejado en el pasado.
Había vencido al malo, al brujo oscuro que no la dejaba vivir sanamente.
Todo iba bien, estábamos contentos por ella, por su padres, por sus niños.
Pero una mañana... se desmayó en el cuarto de baño, la princesa no contestaba a las llamadas, todos se preocuparon y alarmaron, ya que no era típico en ella no contestar.
Él no le dio descanso, volvió a aparecer en su vida.
No le dio lo que ella se merecía, no le dio tregua, pero ella seguía aferrada a la vida.
Era mi guerrera, podría hacerlo de nuevo, quería vivir, merecía un descanso, merecía acabar con ese traidor.
Fuimos al castillo para verla... allí estaban esos grandes magos, ellos entraban y salían de sus aposentos.
Su madre la acompañaba, estaba sentada a su lado a pesar de también tener la misma lucha con él.
Cuando entré en su habitación, creí que la vería despierta, era mi guerrera, era fuerte.
Pero no fue así, le habían dado la pócima para el dolor, para que no sufriera más.
Ese ser, ese mal nacido, iba a hacer sufrir por segunda vez a esa madre con la muerte de otro hijo, a esa pobre mujer que luchaba sin apenas fuerzas.
La rabia me consumía por momentos, la impotencia que sentía era realmente grande.
Estuve a su lado en silencio, manteniendo mis lágrimas y mi llanto para que la princesa, la guerrera no viera lo derrumbada y asustada que estaba.
Besé cada parte de su cuerpo.
Toqué a sus hermosas manos, se las apreté para que supiera que estaba ahí con ella.
Le dije lo mucho que la amaba, lo fuerte que era, y lo orgullosa que estaba de haberla conocido.
Me fui de ese castillo devastada, sabía que seria la última vez que la volvería a ver con vida.
No pasaron muchos días cuando recibí la llamada de que se había ido con su hermano.
Ella luchó por su vida con uñas y dientes.
Luchó sin descanso, lo hizo como una gran guerrera, nunca vi el miedo en sus ojos, jamás se rindió.
Y por todo lo que fue... merece mis respetos, merece que siga recordando lo que hizo por vivir un día más.
Siempre serás recordada, mi princesa, mi guerrera... ahora estás en buenas manos ,en compañía de tu madre y de tu hermano.
Él ya no puede haceros más daño, estáis a salvo.
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SIN TI
Duchowe¿Cómo debemos sentirnos cuándo perdemos a nuestros seres queridos? Nadie nos prepara para algo tan duro, nadie nos enseña como podemos matar a ese dolor tan profundo que siente nuestra alma. Cuando la soledad, la rabia y la incertidumbre nos visita...