2. Sorpresa

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Nadie nunca, a excepción de él en la sala de ejecución, la había sostenido de aquella forma. Sus manos grandes, hechas para el trabajo duro, apresaban con suavidad su cintura, mientras que su rostro descansaba en el espacio entre su cuello y su hombro.

Como cada vez que sucedía, la sensación de Newt tocándola provocó que su pequeño corazón le martillara con rapidez y que su pulso se acelerara. Su tacto, un poco inseguro, era cálido y gentil, casi como si tuviera algo valioso en sus manos. Tina, buscando no perder el contacto con el mago, enredó suavemente sus delgados dedos en el cabello de su nuca e inclinó, al igual que él, su cabeza.

Era un abrazo cargado de significados; expresaba cuánto se habían extrañado el uno al otro, cuánto se querían, pero que también les hizo olvidar la tristeza de tantos meses sin verse.

El magizoólogo sintió en el momento en el que ella sujeto su cabello como todo su autocontrol desaparecía. Había estado conteniéndose porque sabía que si la tocaba no podría reprimir más las ilusiones y sentimientos que por ella albergaba. Su delgado cuerpo se amoldaba a la perfección al suyo, era delicado y fuerte al mismo tiempo, como un cristal frágil y peligroso. De pronto pensó en alguien en particular sosteniéndola de esa manera y se sintió débil, enfermo, la opresión en su pecho no lo dejaba respirar con normalidad. Deseó ser el único que lo hiciera. Nunca había querido algo tanto en la vida. En sus años en Hogwarts había tomado la mano de Leta incontables veces, sí estuvo enamorado de ella, pero no hacía mucho tiempo se cuestionó aquel sentimiento con el que Tina le provocaba con una mirada y no tenía comparación. Lo que sintió por Leta era como una llovizna después de un día cálido, en cambió lo que sentía por Tina era como una tormenta, un tsunami que se llevaba todo a su paso. Así que aprovechó la que creyó sería su única oportunidad de tenerla entre sus brazos.

Unos instantes después ambos magos levantaron el rostro, se miraron a los ojos y el tiempo dejo de tener sentido. A su alrededor, la gente pasaba a prisa con las maletas en mano dirigiéndose hacia su destino, algunos los miraron con curiosidad, pero no notaban nada, ni el ruido del muelle, ni el bullicio de la gente, para ambos magos sólo existían ellos.

Él era apenas un poco más alto que ella, pero eso no impidió que la joven bruja pudiera contemplarlo libremente. Era atractivo, hermoso incluso, sus ojos que normalmente eran de un verde y ámbar brillante ahora estaban eclipsados casi en su totalidad por sus oscuras pupilas y estás la miraban con intensidad, con devoción. Hasta ese instante no se había dado cuenta de que en su cuello también tenía pecas, éstas salpicaban su nariz y piel como si de polvo dorado se tratara. Tina se moría de ganas de contarlas todas.

—Newt— soltó finalmente con la boca seca.

—Estás aquí...quiero decir, estoy...—logró decir con voz temblorosa.

—feliz de verte—dijeron ambos al unísono. La casualidad los hizo sonreír tímidamente. Newt desvió la mirada ligeramente avergonzado y se concentró en sus labios por un instante. Un gesto que se había vuelto costumbre.


Tan pronto como el barco atracó, su cuñada salió disparada hacía la salida, sin decirle una palabra, eso lo hizo sonreír pues conocía a la perfección los motivos. Desde su regreso a Nueva York su relación con la joven auror se había estrechado. Él veía en ella a una hermana, no sólo por ser familia de la mujer que amaba sino porque tras los recientes eventos, se habían vuelto bastante cercanos. Él no tenía familia, su hermano había muerto en la guerra y al igual que los padres de ella, su abuela, quién lo crio, había muerto hacía un par de años.

Al arribar de nuevo en su país ambos experimentaron la misma sensación, ya no se sentía como su hogar, algo les faltaba, pero ambos se habían comprometido a recuperarlo. Por eso cuando él le pidió disculpas por lo sucedido en el mausoleo, le aseguró que no la dejaría sola, y que haría cuanto estuviera en sus manos para encontrar a Queenie. Ese mismo día le habló sobre sus planes de mudarse a Europa, donde sabía había mayor posibilidad de encontrarse a su amada, aunque no estaba seguro de todo lo que en el mundo de los magos pasaba, pero no podía volver y trabajar como si nada hubiera pasado, como sí nunca la hubiera conocido a ella y a ese mundo.

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⏰ Última actualización: Nov 06, 2019 ⏰

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