Antes de casarnos, éramos muy cercanas. Mi padre era comerciante; iba y venía de una ciudad a otra todo el tiempo. Casi no lo recuerdo. Yo vivía en la casa con mi madre y mis tres hermanos mayores, a tan sólo diez kilómetros de la casa de William y Elizabeth.
Cuando cumplí los trece años, mamá murió de neumonía. Mi padre no sabía muy bien qué hacer conmigo, mi hermano más grande ya tenía edad suficiente para aprender del oficio de nuestro padre, y los otros dos estaban estudiando en Mánchester. La mejor idea que tuvo fue dejarme al cuidado de su viejo amigo, lord William Shepard.
Padre me había dicho que, como lord Shepard tenía una hija de mi edad, estaba dispuesto a hospedarme para completar mi educación.
Su hija, lady Elizabeth Shepard, fue amable conmigo desde el principio. Ella misma me había enseñado mi habitación y, señalado, que la suya estaba al final del pasillo, a tan sólo tres puertas de la mía. También me mostró el resto de la hacienda.
Cuando no estudiábamos, pasábamos horas en los jardines cuando hacía buen tiempo. Aprovechábamos la luz solar para leer todos los libros de ficción que había en la biblioteca. A lady Shepard no le gustaba aquello, creía que no íbamos a lograr nada leyendo una y otra vez los mismos libros. Recuerdo a Elizabeth poniendo los ojos en blanco luego del recurrente monólogo de su madre.
Teníamos catorce años cuando la hermana mayor de Elizabeth, Alice, contrajo matrimonio.
Ya para aquella época, con Elizabeth éramos inseparables y, como la boda se llevó a cabo en la hacienda de los Shepard, pude asistir a ésta.
Recuerdo que tuve un vestido nuevo luego de mucho tiempo, me sentía muy hermosa en él y quería exhibirlo lo más posible. Elizabeth tenía un vestido mucho más hermoso (y caro) que el mío, no obstante, no paraba de repetirme que era la más hermosa de la fiesta, incluida su propia hermana.
En aquella fiesta conocí a William. Aunque vivía en aquella casa desde hacía ocho meses, William estudiaba en Cambridge. Desde mi estancia ahí, sólo lo había visitado su padre, y se comunicaban por cartas. Elizabeth me había leído alguna que otra, pero ninguna estaba dirigida a mí puesto que aún no nos conocíamos.
Era un muchacho apuesto. Tan sólo era tres años mayor que yo, pero se desenvolvía entre los colegas de su padre con una facilidad tal que cualquiera diría que él era el lord. Claramente lo habían educado para aquel puesto. Sin embargo, aún no nos presentaban formalmente.
Fue luego de la ceremonia, me acerqué a una de las mesas donde estaban los postres. Elizabeth estaba entretenida hablando con algunas de las amigas de su madre, supuse que para integrarse en aquel mundo aristocrático. Así que estaba sola. Sola en un mar de desconocidos, pero no pensé que acercarme a los postres sería peligroso.
Había mucha gente abarrotada sobre la mesa de postres, pero entonces mi cuerpo era pequeño y pude abrirme paso hasta un hueco. Tomé un plato y comencé a llenarlo; no pensaba sólo para mí, sino también para Elizabeth. Estiré mi brazo hasta unos budines que había en el centro de la mesa en el momento exacto cuando la persona que tenía a mi lado, giró y colisionó contra mí, haciendo que todo el vino que contenía su copa cayera sobre mi vestido blanco.
—Cuánto lo siento —exclamó el muchacho. Supe que era William por su gran parecido con Elizabeth. Ambos con su cabello rubio y ojos azules, su nariz era recta y pequeña y tenían una mandíbula ancha y cuadrada. La diferencia más clave entre los hermanos era la boca: la de William era más fina, aunque igual de ancha que la de Elizabeth, pero la de ésta le duplicaba el grosor.
—Eres un idiota, Will —Elizabeth apareció junto a mí sin previo aviso y comenzó a limpiarme el vestido con una servilleta. No obstante, sabía que el vestido no sería el mismo aún con mil lavados.
—¡Elizabeth! —Exclamó lady Shepard, junto a su hijo. Al contemplar que la situación había atraído miradas indeseadas, bajó el volumen de su voz:—, no es modo de hablarle a tu hermano.
Elizabeth, de cara hacia mí, puso los ojos en blanco y preparó su tono monótono de niña educada y obediente:
—Sí, madre. Perdóname, William.
Lady Shepard aclaró la voz, aún inconforme con la disculpa de su hija menor, pero sabía que dejaría la reprimenda para un lugar más íntimo.
—William, querido, ella es la chica de la que tanto te hemos hablado —sentí la mirada de ambos sobre mí y me forcé a levantar la mirada.—, Katherine Bennett.
Las palabras de lady Shepard me hicieron percatarme del verdadero motivo sobre mi hospedaje en aquella hacienda.
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Lady Shepard
Romance*COMPLETA* Katherine Bennett vivió la mayor parte de su vida con los Shepard, en York, Inglaterra. Al poco tiempo, desarrolló una muy buena relación con Elizabeth Shepard que quizás no sea sólo amistosa. Pero Elizabeth debe cumplir su obligación y c...