Despedida

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Había cosas que uno se olvida, con facilidad algunas veces. La primera vez que caíste de tu bicicleta, que probaste algo tan caliente que tuviste la lengua hinchada por horas, también las ocasiones en las que citaban a tus padres con el director por tu mala conducta (más de una vez), incluso el primer rechazo. Para Bakugo Katsuki, muchas cosas se olvidaban con facilidad, era rápido para eso. Era temperamental, sí, pero olvidaba rápido todo. Quizá lo recuerde pasado un tiempo, pero ya no le daría la importancia que en el instante en el que sucedió.

Pero otras veces, muchos sucesos quedaron marcados en su vida. No olvidaría el día de invierno durante su estadía en la U.A., todo lo que resultaba ser un día común y corriente, Aizawa enseñando, sus compañeros prestando atención al docente, él aburrido ubicado en su asiento, mirando la puerta del aula, aguardando porque llegase la hora de salir al receso.

Aún eran las 8 y 30, faltaba 1 hora para que eso sucediese, pero la puerta se abrió pausando toda la clase con el sencillo instante en el que el director Nezu cruzó el umbral acompañado por una mujer que nunca había visto antes, pero cuando oyó la voz de cara redonda nombrándola, supo que la visita de ésta no era mera casualidad.

Cuando Ochako Uraraka llamó "Tía" a la mujer ubicada junto al director, todos los compañeros de la castaña volcaron su atención sobre ésta y luego sobre la mujer con las mismas hebras castañas que ella, aunque con mayor largor, un vestido negro ceñido al cuerpo, gafas de sol oscuras y alargadas y a pesar de tenerlas puestas, Bakugo leyó preocupación en sus facciones treintañeras.

─Aizawa-san, disculpe la intromisión ─Habló el director─, pero necesitamos retirar a Uraraka-san del aula.

El de hebras oscuras no se opuso, miró a la estudiante y le pidió que guardase sus pertenencias. Ochako seguía con la mirada perdida, observando a su tía, intentando descubrir por qué estaba allí.

─Uraraka ─Llamó Aizawa y rompió la burbuja de la estudiante. La mirada caramelo pasó a su profesor y luego a sus compañeros, todos observándola con las mismas preguntas en su cabeza─. No hagas esperar al director.

─Sí, lo siento. ─Una débil sonrisa se posó en sus labios. Bakugo nunca olvidaría esa sonrisa.

La sala se mantuvo en silencio hasta que Uraraka circuló con presura retirándose del aula. Todos se quedaron observando la puerta hasta que Aizawa retomó la clase con normalidad. Los amigos de cara redonda cuchichearon entre ellos un momento, pero siguieron el hilo de la clase un momento después. Katsuki seguía observando la puerta del aula, aunque ya no tan interesado en el receso.

...

Se hizo noticia, casi de inmediato, que los padres de Uravity habían fallecido en un fatídico accidente automovilístico. Los detalles se desconocían, lo único sabido era el triste resultado que conllevó a una niña huérfana. Uraraka se había ausentado casi una semana a clases, aquello se hizo notar con presura; la chica era querida por muchos, así que no verla en clases ni en los entrenamientos, resultaba difícil y aún más sabiendo el porqué de su ausencia.

Bakugo Katsuki se había hecho de costumbre durante esa semana, no despegar su atención de la puerta, sin importar los días que pasasen, él seguía mirándola en busca de algo. Alguien, quizá.

No hubo intromisiones como la vez anterior, no entró el director a ponerles al corriente de lo que sucedía con su compañera, ni él ni otro docente. Las clases se continuaron en un intento de normalidad, pero los rostros de todos estaban cargados de angustia. Bakugo no era allegado de Uraraka, a pesar de eso, él no despegaba su atención de la puerta y no sabía por qué. ¿Esperaba que regresara? No lo sabía y esa incertidumbre le carcomía los nervios, de por sí, a flor de piel.

Cuando regresesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora