II. 「Estoy contratada... ¿Y ahora qué?」

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Creo que no me he presentado bien, mi nombre es Aristia Evans, la razón de mi apellido es porque mi padre es inglés y mi mama japonesa aunque de hecho mi nacionalidad es inglesa porque allá nací a petición de mi mamá que quería que sea de ahí

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Creo que no me he presentado bien, mi nombre es Aristia Evans, la razón de mi apellido es porque mi padre es inglés y mi mama japonesa aunque de hecho mi nacionalidad es inglesa porque allá nací a petición de mi mamá que quería que sea de ahí. Al igual al hecho de mi nombre y la verdad es que si, no parezco japonesa.

Pero bueno, mi apariencia para los gemelos no fue la gran cosa, ellos están acostumbrados a tener modelos y amigas con una apariencia super hermosa que no iba con la mía. Ya claro, soy muy normal pero con el hecho de que mis ojos son grandes y no rasgados era el hecho de que resaltará siempre.


Malditos niños.

¿cómo empiezo esta historia? Ah, sí. Empecemos a partir de mi primera impresión, tanto de su mamá como el infierno.

☆☆ ー ☆☆

Dormía profundamente hasta que el reloj del despertador sonó a todo volumen cerca de mi oído. ¡Maldita sea! Ya era tarde, rápido me levanté de la cama y fui a darme una ducha express. Me peine, busque ropa presentable pero joder ni tenía tiempo para darme una arregladita decente. Solo me puse una blusa azul cielo, pantalones de mezclilla, una gorra blanca y tenis blancos. Estaba casual, tipo deportivo.

Bajé como loca la escalera, tropecé con mi mamá sin querer.

—Perdón mamá...—por la tropezada ambas caímos. Me levanté primero y le di la mano a mi mamá para que se levantará con cuidado.

—Aristia, ve como bajas la escalera. —su tono de voz era amenazador —Parece que te lleva el diablo, ten más cuidado hija.

—Sí, mamá.

Desayuné y salí de volada rumbo a la mansión. El cielo estaba nublado, había posibilidad de que lloviera pero no llevé paraguas. No me perdí... tanto porque ya había pasado por la colonia de los ricos anteriormente debido a que hay un restaurante cerca de aquí que tiene unas ricas pastas italianas.

—A ver según mi navegador la mansión está por aquí. —En mi celular estaba hasta marcado para el público donde quedaba su majestuosa casa. Una calle más y se encontraba su portón exageradamente e innecesariamente enorme. De color negro y a su lado un timbre.

Timbre una vez y esperé. Empecé a sudar un poco y a ponerme nerviosa, vine sin pensar. Miré a los lados y no había ni una sola alma a la entrevista. Escuché que respondían por una pantalla.

—Bienvenida a la mansión Hitachiin ¿Esta usted por la entrevista?—una voz femenina contestó.

Trague en seco.

Aclaré mi garganta—Sí, me llamó Aristia Evans.

—Muy bien señorita Evans. Espere un momento. —La pantalla quedó en negro.

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