VI. 「Entre tareas y demonios」

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Te veo cada vezY me gusta tu estiloTú me haces querer llorarY ahora ruego verte bailar una vez más

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Te veo cada vez
Y me gusta tu estilo
Tú me haces querer llorar
Y ahora ruego verte bailar una vez más

Mi nombre no solía figurar en ningún lado, para el mundo solo era una persona más. Así solía ser, mis días en la mansión Hitachiin eran un poco monótonos. Yo no sabía lo que me esperaba en el futuro, las discusiones, peleas, travesuras, enojos... besos. No sabía cuánto cambiaría mi vida con ellos y con, Yuzuha. Si algo he de decir, es que NO no quería todavía a los gemelos. Eso es un capitulo aparte.

¿Se verá muy mal qué lo haya vuelto rutina? Para mi en algún momento se me hizo una rutina estar con los dos, Fuck.

¿Qué harías en mi lugar si hay unos gemelos con las hormonas alborotadas en la cama queriendo tenerme?
Puede llegar a ser tentador, culposo pero excitante.

Claro, era cuando solían compartir. Pues poco a poco, los gemelos se fueron dando cuenta que ya no querían compartir. Ahí se viene lo bueno. |Escuchen "One more de Fiestar" Y "3" de Britney Spears y vuelen su imaginación|

Recapitulemos:

Estaba yo ahí, con el gemelo de la izquierda llamado Kaoru. El se había abierto por primera vez conmigo y me había contado el porqué de esa actitud. El se ofreció a acompañarme en mi casa, mi vieja yo estaba curiosa y un poco temerosa de que hiciera Kaoru alguna reacción de menosprecio a mi vivienda pero el mocoso me sorprendió de otra manera.

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Suspiré, habíamos llegado después de usar el tren. Caminamos unos veinte minutos de la estación a mi casa. Mi casa no era grande, he de decir que era un pequeño departamento en un edificio. Solo teníamos una puerta y una ventana en frontal. Estaba un poco desgastada por los años que se lleva viviendo ahí

—Hemos llegado —le dije.

—Oh, se parece al de Haruhi ¿Sabes? Hace poco fuimos a su casa para ver la vida de un plebeyo. Pero tu casa creo que es un poco más grande.

—¿Ah, si? Vida de un plebeyo.

—Seeh, a Tono lo aplastamos ese día cuando conocimos al papá de Haruhi. ¡Debiste ver su cara! —se rió.

—Entiendo, supongo que Haruhi no la tiene fácil con ustedes. —murmure.

Se encogió de hombros - Supongo que no. Ella es muy apática en ese sentido. Hikaru y yo siempre tratamos de hacerla feliz, o que demuestra alegría pero ella insiste en su actitud.

No dije nada, solo me quede callada.

Habíamos subido las escaleras hasta llegar al departamento número 4.

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