Cap. 8

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Me encontraba a la puerta del lugar, sosteniendo en mi mano el móvil para revisar la hora.

No logré verlo.

No estaba acostumbrada a beber y el alcohol me subía cada vez más a la cabeza provocando el mareo.

Decidí apoyarme en la pared, no podía ni levantar la cabeza ya que si lo hacía vomitaba.

Vi como el suelo comenzaba a acercarse a mi a velocidad peligrosa, cerré los ojos con fuerza hasta que noté que había perdido toda clase de control de mi cuerpo.

Al abrir lo ojos, me encontré tumbada en una cama bastante cómoda, asquerosamente pintada de rosa chicle y con peluches de toda clase de seres de colores por todas partes, hasta la lámpara era una flor rosa pastel colgada boca abajo.

Traté de incorporarme, pero el dolor de cabeza y una mano evitaron que mi movimiento se ejecutase al completo.

- No, no, no, debes descansar, no te levantes, si necesitas algo me dices.

Giré mi cabeza y pude ver a Char mirándome con una sonrisa.

- ¿Qué... Qué ha pasado?

- Te desplomaste por el alcohol en la fiesta y pensé que si te llevaba a tu casa te iba a caer una buena.

- ¿Y...?

La miré esperando que me dijese qué hacía ahí y dónde estaba.

- Le dije a tu madre que te quedabas a dormir en mi casa, que te había invitado yo y que estabas cansada.

Me sorprendí, me había salvado de una buena, pero igualmente prefería la bronca de mi madre antes que eso.

Yo no recordaba nada de lo que había pasado en la noche tras la tercera ronda, pero evité pensar en ello ya que mi cabeza no estaba para darle vueltas a nada.

- Te traje un vaso de agua y una aspirina, para la cabeza.

Miré la mesilla donde estaba todo eso, la miré algo desconfiada, pero antes morir que seguir aguantando el dolor de cabeza.

Me tomé la aspirina con el agua y le devolví el vaso

- Si muero envenenada serás principal sospechosa.

- De nada.

Me respondió irónica, supongo que habría esperado un gracias por mi parte, pero si era así no me conocía ni de lejos.

- Recuerda, si necesitas algo, me llamas.

- ¿Y si quiero ir al baño?

- ¿Lo necesitas ahora?

- No

- Pues ya está.

Se marchó de la habitación con aire de sabiondilla, como si hubiese ganado la medalla olímpica a la estupidez.

Miré por la ventana pensativa.

Cómo odio a esa tipa...

No tengo tiempo para enamorarmeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora