Insinuación

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Los candidatos para ser prometidos de Chouchou, se encontraban detrás de la cortina, esperando las correspondientes indicaciones. No estaba interesada en comprometerse con ninguno. Solo esperaba que Mitsuki les quitara toda posibilidad. ¿Para qué se engañaba? Eso no pasaría. El estaba cómodo en Edo quien sabe haciendo qué. ¿Por qué regresaría justo ahora? No le creía ni un poco. Sus cartas eran puras falacias y ya estaba harta de ser cortejada. ¿Hasta cuándo se comportaría como un imbécil? No tenía idea. 

Resignada por todo eso, se reclinó sobre el cojín y dejó que peinaran su larga cabellera castaña, le acomodaran el kimono y las tantas capas de seda que llevaba el vestuario. Le recogieron el cabello con un hermoso Kanzaki en forma de mariposa. Sus colores eran pasteles. Combinando con su personalidad pasiva o risueña. O eso creía su padre que aparentaba. Lo cierto era que su temperamento era imposible de predecir. Ni siquiera el albino lograba entenderla. No encontraba la manera de descifrarla y así era mejor. 

Resopló consecutivamente hasta cansarse. No quería ver al listado de prometidos que, obviamente, rechazaría. Solo quería ver a ese tonto que la dejaba sin aliento. Por cada encuentro, lograba hacerle abrir una parte de su corazón y odiaba verse vulnerable, pero así era. Era el causante de sus suspiros. Su madre pidió entrar desde el otro lado de la puerta fusuma. Y una vez que accedió le entregó un listado.

—Estos son todos. Más vale hacer buena letra.

—No quiero a ninguno—sentenció.

—Tendrás que escoger—regañó—. No podemos seguir esperando al hijo del feudal. Da muchas vueltas sin sentido. ¿Lo entiendes? 

—Es un idiota, pero lo amo—se defendió. 

—Eres necia—devolvió—. Será mejor que des una buena impresión—concluyó y se retiró.

Su madre se retiró dejándola a solas una vez más. Soltó otra bocanada de aire. Todo esto era un fastidio. Prefería quedarse en el jardín contemplando los flores de cerezo y no, tenía que presentarse a un grupo de prometidos que ni siquiera lo valían. Infló sus cachetes y se cruzó de brazos. 

—Esto es un desastre. 

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Ninguno era de su tipo. ¿Cómo era posible? Sencillo: quería a Mitsuki no a ninguno de los que tenía enfrente. Ni uno solo cumplía sus expectativas. Su mente estaba  ocupada pensando en Mitsuki y en nadie más. Por mucho que lo odiara y que no lo entendiera, él era el único que ocupaba su mente. Estaba enojada con su madre, su padre y todos los que intentaran encasillarla. ¿Hasta cuándo? Bufó. 

—No me interesas—le interrumpió a uno de sus prometidos.

Le estaba intentando mostrar un hermoso Hana Kanzaki. No lo quería. Absolutamente no. Sus cejas estaban fruncidas y estaba de brazos cruzados. No lo quería cerca. El muchacho tuvo que retirarse después de semejante rechazo. Sus ojos podían ver a una persona y nadie más. Su corazón le pertenecía a él. A un hombre tan frío como Mitsuki. En el fondo solo se hacía el rudo para tenerla presa de sus encantos. 

—Son unos odiosos—masculló. 

—A mi me parece que estás siendo ruda sin necesitarlo—alegó una voz sensual. Chouchou sintió su corazón saltar. 

—¡No soy ruda! ¡Soy lo que esos tipos mere...—no terminó la frase, porque alguien levantó la cortina—.¡¡¿Qué estás haciendo?!!! ¡Maldito pervertido....!

No podía creerlo. El que estaba levantando la cortina no era uno de sus prometidos. Era Mitsuki. ¿Qué estaba haciendo? Sus mejillas se volvieron rojas por completo y cuando quiso pronunciar una palabra para defenderse, fue sorprendida por sus brazos rodeando su cuello y acercando sus rostros en un intento de beso.  No pudo negarse, pues sus labios ya estaban unidos y estaba utilizando su lengua para enredarlas. Chouchou soltó un gemido y quiso apartarse, pero el beso fue tan profundo y placentero, que se dejó llevar. 

¿Y cómo no? Lo estaba disfrutando como no tenía idea. Sus labios eran adictivos. Era como la miel pura. Dulce, tentadora, la saciaba por completo y quería más. Y más. Necesitaba tenerlo más cerca. Lo rodeó por la cintura y él la tumbó sobre el tatami. Sus cabellos se esparcieron sobre el suelo y sus mejillas se tornaron rojas. El se separó para fundirse en esos ojos almendrados que tanto amaba.

—Sin dudas eres una hermosa mujer.

—Seguro lo dices por compromiso—desvió la mirada. 

No pudo terminar la frase porque él depositó unos besos en su cuello haciendo que gimiera. Se sintió más extraña, cuando vio que sus manos se deslizaron por su cuello hasta la abertura de su kimono, lo abrió despacio para dejar ver sus perfectos senos, exuberantes y hermosos. Besó con cuidado cada rincón de su cuerpo, haciéndola gemir. Frunció sus labios al sentir sus manos bajar por su abdomen y detenerse en su zona femenina. Contorneó el borde entre sus piernas y frotó sus dedos en su cavidad femenina. Chouchou emitió un sonido agudo...

—Detente, ¿qué estás haciendo?—soltó un gemido al sentir sus dedos dentro de ella. 

—Usted me quería... 

—Sí, pero...—lo apartó con brusquedad, colocándose el kimono de nuevo—. ¡Eres un sinvergüenza! ¡De verdad que no lo entiendo! ¡Lárguese de mi vista! ¡Ahora! 

Con el rostro contraído y sus mejillas sonrosadas, Mitsuki grabó su imagen en su mente y antes de irse depositó un beso en su mano, para así marcharse. Una vez más. La distancia le dolía. Y está vez la causante fue ella. 

Eres un mentiroso y un sinvergüenza.



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NOTA:

Les dejaré el buen lemon para la próxima :))

Mientras disfruten...

Esta historia tendrá 35 partes...o por ahí, ya veré. 

Disfruten <3


Doncella Mariposa (MitsuChou)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora