IV

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El helado se derretía mientras pensaba

en cuantas personas corrían bajo la lluvia.

Los nudos en la garganta 

no ayudan a pensar a Lola,

ni a nadie.

Miraba hacia el frente

buscando el horizonte, pero...

pero el no estaba ahí para ella,

nadie estaba allí para ella.

La plaza estaba vacía 

al igual que su vida,

los pájaros no cantaban 

porque nadie estaría ahí para oírlos,

solo Lola, que pensaba

ahora en el amor y otras cosas imposibles

nunca había amado, nunca antes la habían amado.

Nunca e imposible son palabras muy grandes

y Lola ante ellas era pequeña.

Pequeña, pequeña.

Cuando las flores se marchitanDonde viven las historias. Descúbrelo ahora