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En el comedor de la mansión Agreste.

Adrien veía con lástima a Marinette mientras que Gabriel comía tranquilo.

¿Por qué veía con lástima a Marinette?

Pues...

-Y nada de obscenidades con mi osito hasta que sean mayores de edad y se casen, ¿quedó claro?- preguntó la mujer mientras Marinette asentía, con sus mejillas sonrojadas.

-Sí... señora.- respondió la avergonzada chica mientras comía un poco de lo que se le sirvió.

La madre de Adrien le pidió (obligó) a que se quedé a comer con ellos y no dejaba de darle terminos de su relación con Adrien.

Estaba de acuerdo en todo, pero no le quitaba lo penoso.

-Madre, ¿puedo sentarme a lado de Marinette?- preguntó Adrien.

Marinette estaba sentada en medio de sus padres mientras que él, estaba en la otra punta de ésa gran mesa, separado lo máximo posible de su novia.

La rubia, fruncio el ceño y miró a su hijo.

-No sé que juegos harán los jóvenes de hoy en día con sus traviesas manitas, debajo de la mesa, así que no en mi guardia.- respondió la mujer con firmeza mientras Marinette movía la cabeza, algo de acuerdo, dando a entender que Adrien podía ser algo travieso.

Por suerte, Emilie no se dio cuenta de éso pero Gabriel, sí y levantó una ceja.

Creía a su hijo mas inocente.

-¿Al menos puedo sentarme cerca de ustedes?- preguntó el chico, intentando no enojarse con Marinette por estar de acuerdo con su madre.

Uno juega a guerra de pulgares y le lástima el pulgar a su novia una vez e inmediatamente, ella ya no quiere sentarse a su lado con una mesa cubriendo sus manos.
.

.
Después de comer y ver fotos y vídeos de Adrien cuando era pequeño, Marinette estaba por ir a su casa.

La chica, suspiro profundo mientras Adrien la veía con algo de pena.

-Lo siento, mi madre es algo... animada cuando se emociona.- dijo el chico.

La ojiazul, le sonrió antes de acercarse a él y tomar sus manos.

Ahora estaban afuera de la mansión, por fín a solas.

-Al menos, ahora sí soy bienvenida para ver a mi gatito.- dijo la chica.

Adrien, sonrió al ver que ella no estaba molesta.

Descubrir la identidad de Ladybug, fue el día mas felíz de toda su vida, porque así ya no dudó en la relación que tenía con Marinette.

Tiempo antes de saber que eran los héroes de París, había empezado a salir con Marinette ya que se enamoró de ella, pero la confusión de lo que sentía por Ladybug y ella, era enorme.

Se molestó un poco ya que ella parecía tener leve sospechas de que él era Chat noir, pero inmediatamente, luego de ordenar sus pensamientos, su relación fue mas fuerte que nunca antes.

-¿Me permite?- preguntó el ojiverde en un susurro mientras acercaba su rostro al de ella.

Marinette, amplió su sonrisa.

-Llevó parada con las puntas de mis pies hace ya un rato, ¿qué crees que espero?- aclaró ella.

No podía besar a Adrien al menos que el se agache un poco y no quería oír bromas al respecto.

El chico, acercó mas su rostro al de la chica pero pronto se detuvo por la luz de un flash.

-¡Rayos!

Los dos, se voltearon a ver quién era y vieron a una sonriente Emilie, ocultando sus manos, obviamente no queriendo que ellos vean la cámara.

-Yo... vine a despedirme de Marinette.- mintió la mujer.

Por culpa de su emoción, sacó la foto antes de tiempo y no se dio cuenta de que el flash estaba activó.

Marinette y Adrien se separaron y el chico suspiro, resignado.

-Bueno... hasta luego y muchas gracias por permitirme comer con ustedes.- dijo la chica antes de irse, conteniendo su pena.

Que tus amigos te vean besar a tu novio era algo, pero que la madre de tu novio quiera tomar una foto a escondidas mientras se besan... ¡era muy vergonzoso!

Una vez la chica se alejó, Adrien miró a su madre con seriedad y esta lo imitó y se cruzó de brazos, mostrando la cámara.

-Yo... a tu habitación, jovencito.
Acabamos de comer y debés cepillar bien tus dientes.- dijo la mujer, fingiendo autoridad.

El rubio, dio un suspiro profundo y se metió a su casa mientras sonreía.

Estaba felíz de que su madre este de regreso y que ahora Marinette podía ir a su casa, cuando quiera, pero algo le decía que era mejor encontrarse en otros lados por que en su casa, ni en la de ella, tendrían privacidad.

Continuará...

Novia robada Donde viven las historias. Descúbrelo ahora