Mon amour

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Aquel ser despreciable cayó.

La liberación del mundo mágico de las garras de Voldemort se diluyó.

El-niño-que-vivió, el-niño-de-oro, el elegido. Se convirtió en el Salvador para todos.

Pero a él no le importaba ni en lo más mínimo, lo único que él quería era estar en los brazos de su amado.

Aquel que lo abrazaba en aquellas noches que se escapaba a la sala de Menesteres.

Aquel chico de piel pálida, ojos plata y cabellos que comparaba con fibrillas de oro, a quien le entregó su cuerpo y alma.

Ese chico que le robó el corazón.

—Draco

—Harry

Era como si ellos dos estuvieras solos, en donde antes era el tan famoso colegio de magia y hechicería de Hogwarts, ahora solo parecía un campo de batalla, lleno de cuerpos de personas y criaturas mágicas.

Harry y Draco se miraban con tanto amor, solo estaban a unos pocos centímetros para que ambos se besaran y no dudaron en querer hacerlo, pero la voz de una joven interrumpió aquel grato encuentro.

—¡HARRY!— la menor de los Weasley venía corriendo en dirección del azabache.

Draco detestaba a esa pequeña peste pelirroja que siempre paraba tras y tras de su amado azabache, Draco se quedaba callado, pero hoy no lo haría, hoy la pondría en su sitio, porque si no lo hacía, no se podría llamar un Malfoy.

—Ginny...— dijo el azabache.

La pelirroja se encontraba jadeando por correr— Harry, yo-

Las manos de la pelirroja se removía, claro símbolo de estar nerviosa.

—Dime— dijo el azabache volteando en dirección de la pequeña Weasley, acto que se arrepintió de haber hecho.

—Esto no lo puedo decir con palabras— la joven se abalanzó sobre Harry, provocando que ambos se besaran.

Harry estaba asombrado por tal acto, el solo veía a Ginny como una hermana pequeña, pero con esto, ella no lo veía igual.

Draco no contuvo el enojo, sacando su varita lanzó una maldición haciendo que cayera al piso.

—Escúchame bien, pequeña zorra, nunca vuelvas a hacer eso, porque si lo haces, no solo será un hechizo — se giró y sostuvo la mano de Harry.

Ron y Hermione fueron a auxiliar a Ginny que se encontraba tirada en el piso, consiente de lo ocurrido.

—¡Maldito hurón!— gritó Ron — deberías de estar en Askaban por ser un mortífago.

—No— dijo Harry

Todos los presentes se quedaron desconcertados.

—No hables así de él que tú no lo conoces.— dijo Potter.

Ron iba a cuestionar a su amigo, pero no pudo ya que Hermione habló.

—Sus manos...

—¿Qué tienen sus ma-? — Ron no continuó ya que vió como Harry y Draco estaban unidos de las manos.

—Así que te haz hecho amigo de un mortífago.— dijo Ron con reproche.

Harry iba a replicar, pero Draco se adelantó.

—El no es mi amigo.

En eso, abraza a Harry alrededor de su cintura de forma posesiva.

—Él es mi pareja.

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