Es un lenguaje que no rima; anhelando tocar el alma de transeúntes oportunistas.
Cifrar el ginglismo, encontrando el perfecto acrílico sin esperanza; retratando el puntiagudo paso de su lápiz por entrañables y untuosas costuras.
Acogedores cánticos de coloridas aves se encuentran en la inhóspita demencia, buscando el prefacio indicado para comenzar a incoar consigo mismo.
En el proceso, la punta del triangulo se queda en albo y el enso de su centro simboliza meditación.
Una aparente imagen se presenta; manifestarla con suma prudencia podría aliviar las fauces, derrochar la agonía, derivar el tiempo.
El fonema de su grafito complica los cercos, incapacita el reflejo, ocasiona lagrimas salpicadas con cemento.
Ultimaría su faena interpretando un pincel, rociado con cóctel, canalizando el desasosiego en un folio blanco y goteado por pintura azul proveniente de sus ojos.
Firmaría y dejaría su postal para el venidero consejero del gobierno; deseando que se inserte cada vocablo en su pedestal.
Se alza imaginando la idolatría, amando los frutos que le dejó alcanzar, la inalcanzable, libertad.