Era lunes y era de esperarse que todos estuviesen hablando de lo ocurrido en la fiesta el viernes. En los pasillos, en los salones de clase, en el patio, en las canchas, en los baños... en todos los rincones del recinto. Y no era para menos.
En la clase de Historia y Geografía desde mi asiento ví lo incomoda que se sentía Samantha al tener a tanto cuervo al rededor suyo chismeando y hablando al respecto, sus amigas intentando bajarle a los comentarios los mandaban a callar. Todo era un caos. Al principio, me habían causado gracia los chistes, pero todo tiene su limite, después la rabia y la incomodidad se hicieron presentes.
La gente podía ser tan estúpida y llevar a una persona al borde de sus cabales. No podía determinar lo que sentía Samantha al respecto, pero estaba más seria que de costumbre, por lo que podía imaginarme que estaba a punto de perder los papeles.
El día transcurrió así, chismes por aquí y chismes por allá. En la cafetería, si no fuese porque todos estaban hablando y molestando a Eduardo con lo qué pasó, la verdad es que no me hubiese percatado de su presencia en la mesa, pues este estuvo en silencio la mayor parte del tiempo. En un momento tuve que hacerle una señal a Santiago para que le dijera a sus amigos que pararan con las bromas porque ya se estaban pasando de la raya.
Al terminar las clases me dirigí a los vestidores para prepararme para la práctica de soccer. Las chicas me saludaron como de costumbre mientras las demas llegaban a incorporarse. Caminé hasta mi casillero para vestirme a lo que escuchaba a las demás chicas hablar de lo que paso el viernes, todas hacían comentarios sarcásticos y despectivos de lo que había acontesido. Muchas exageraciones, cosas que nisiquiera pasaron de la forma en que lo relataban, ¿Quién demonios tendría la mente tan podrida para inventarse cosas tan desagradables? Alguien sin sentido de vida propia seguro... en un momento suspiré bastante harta de los comentarios y chisme, ya era hora de que alguien hiciera algo al respecto.
—¡Eh! ya basta... — dije cerrando mi casillero de un portazo — les aseguro que si hubiese sido alguna de ustedes no les gustaría que la gente estuviese hablando mierda y exagerando las cosas solo para crear morbo — todas me miraban en silencio sorprendidas, ví como algunas agacharon la cabeza avergonzadas, Esto de ser la capitana traía consigo el respeto, y no solo por serlo, sino porque también me lo había ganado durante estos años, y ahí en ese mismo momento se notaba.
—Vaya... No me digas que ahora te volviste la defensora del pueblo, Alex — al escuchar esa voz cerré los ojos y respiré profundamente tratando de calmarme y no perder seriamente los papeles. Ambar podía ser tan inoportuna como insoportable — ¿Ahora no existe la libertad de expresión en este equipo? — al decir esto me giré y la ví terminando de colocarse la playera, tenía una pierna subida en el taburete frente al casillero y los brazos cruzados mientras me miraba con una sonrisa maliciosa.
Dejenme introducirles a mi dolor de cabeza. Amber Montalvo. 18 años, hija mimada de papi y mami con complejo de superioridad por tener dinero, chica popular y a la vez la más odiada del instituto, co-capitana del equipo de soccer, iba en último año y estaba enamorada de Santiago... Me odiaba porque le había quitado el puesto de capitana el año pasado, mi score y mi rendimiento fueron mucho mejores que el suyo, además ninguna de las chicas la soportaba por sus malos tratos y comentarios despectivos así que decidieron hablar con el entrenador Julio y en las votaciones, de manera unánime, terminé siendo yo la capitana. Realmente no me lo esperaba, nunca quise ser capitana, pero el hecho de verla retorcerse de la rabia me hizo aceptar. Además el hecho de que Santiago desde siempre me hubiese preferido a mí antes que a ella la puso en mi contra desde el primer día.
—No tiene sentido si la van a usar para criticar y despellejar viva a una persona a base de comentarios como esos— dije tratando de pasar de ella y terminando de ponerme las zapatillas — si tienes algún problema con eso puedes ir donde Julio y reportarme por quitarte tu libertad de expresarte mal sobre otras personas, Ambar.
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La vida en DO sostenido
RomanceLos planes del destino son tan impredecibles que el predisponernos al futuro es el mayor de los errores en los que cae la humanidad. Quien mejor que Alessandra para asegurarlo. El amor, los sueños y las esperanzas son el cosmos y el caos en esta his...