APUESTA

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- ¿Creés en el amor a primera vista?

Mi pregunta completamente fuera de lugar había tomado a Lina por sorpresa. Me miró con los ojos desorbitados adoptando un gesto irritado en el rostro.

- ¿No escuchaste nada de lo que te estuve contando, verdad?

Traté de hacer memoria en medio de la brumas de mi mente, y me encontré con que en efecto no podía recordar mucho de lo que llevaba diciéndome hacía más de media hora; tan solo lograba rememorar ligeros flashes sueltos y algunas palabras inconexas mientras mi cuerpo se había congelado en un gesto fingido, como si en verdad me interesara la conversación, aunque mi mente estuviera al otro extremo de la sala. Tan solo tenía ganas de evocarlo una y otra vez, quería llenar hasta el último recoveco de mi mente con las formas varoniles de su rostro, la miel liquida de sus ojos color avellana, el tono broncíneo de su piel, el color negro de su pelo, el número de cabellos que se desprendían con elegancia de su barba de dos días perfectamente arreglada, pero lo que más me enloquecía, lo que más estaba matándome era su olor, ¿Qué loción era esa? No importaba, solo sabía que ¡olía delicioso! Pero ¿Qué demonios me estaba pasando? Esto en definitiva no era normal, ¡apenas si lo conocía y ya actuaba como una lunática!

- ¿Me vas a decir de una maldita vez qué es lo que te pasa?

Aquel reclamo hosco y justificado me sacó de mi introspección y esta vez sí me sentí culpable. Se hallaba cruzada de brazos, inmóvil y expectante. Estábamos sentadas en un muro a las afueras de la casa de dos pisos. A pesar de todas sus protestas, había logrado arrastrarla hasta allí diciéndole que tenía que decirle algo urgente y que no quería estar gritando en medio del estruendo y ahora que ella reclamaba una explicación, yo me hallaba intimidada al ver su rostro inyectado en sangre y el humo hostil burbujeando como lava caliente proyectado desde el ardor de sus pequeños ojos rabiosos.

Carraspeé un poco, tratando de encontrar las palabras precisas para poder explicar lo que estaba experimentando, balbuceé algunas cosas sin sentido, pero su actitud no ayudaba, hasta que al final decidí volver a la pregunta original que había desencadenado tal situación.

- Respondéme, ¿crees en el amor a primera vista sí o no?

Su actitud se relajó un poco, señal inequívoca de que había pasado de la rabia a la confusión. Sonreí para mis adentros, era justo lo que yo quería: captar su atención.

- No- respondió de un tajo- esas son pendejadas.

Permanecí en silencio, esperando pacientemente la inevitable pregunta… 3… 2…1…

- ¿Debo atreverme a preguntar por qué?- replicó con sorna.

Me encogí de hombros

- Pues no sé, solo sé que acabo de experimentar que si existe.

Ahora su gesto había mutado de la confusión a la incredulidad.

- Solo te puedo decir que acabo de conocer al amor de mi vida.

La mueca incrédula no hizo más que acentuarse

- Amiga, ¿estás bien?- Replicó colocando una mano sobre mi frente fingiendo tomar la temperatura- No más tequila para vos.

Puse los ojos en blanco.

- No es por el tequila- repliqué no del todo convencida- es algo más. No sé lo que es, solo sé que me tiene loca, es como si hubiese hallado algo que no sabía que me hacía falta y ahora no concibo la idea de no tenerlo.

La mandíbula se le había desencajado del rostro y sus ojos parecían querer salirse de sus cuencas. No movía ni un músculo, solo escuchaba aterrada mis palabras. Por Dios, ¿así de loco era lo que le decía?

LO QUE GRITA TU SILENCIODonde viven las historias. Descúbrelo ahora