El cumpleaños se había extendido hasta la noche. Dentro de la casa las personas mayores bebían algunos tragos y comían bocadillos; afuera, en el jardín, los niños jugaban y corrían entre los canteros de flores y los árboles. Además de las luces que siempre había, colocaron unos reflectores más, pero algunas zonas del jardín igual quedaron entre sombras. Era el cumpleaños numero cuatro de Isabel. Cuando sus padres vieron que ya era un poco tarde decidieron partir la torta. Su madre salió al jardín y gritó:
- ¡Niños! ¡Vamos a partir la torta! Vengan. - los niños corrieron hacia ella y la rodearon con algarabía. Buscó entre las pequeñas cabezas mas no encontró la de su hija. Miró más allá de la multitud de niños y la llamó:
- ¡Isabel...! Vamos a partir tu pastel, ¡Isabel, ven! - Isabel se fue. - dijo uno de los niños. Otros dijeron lo mismo. - ¡Cómo que se fue! ¿A dónde? - preguntó la madre, ya algo angustiada, como presintiendo... - Se fue con el payaso, él se la llevó - afirmó una niña y otros le dieron la razón. - ¡El payaso! - exclamó horrorizada la madre. No habían contratado ningún payaso.