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Rachel
Que raro, hoy no vino Chris... No sé que me preocupo de él realmente ahora mismo debo concentrarme en las clases, tampoco vino Jane.
Suspiro y sigo en lo que estaba con mis deberes no es como si esa chica me importase.
En el descanso
- Oye no vino Chris y Jane.
- Lo sé, pero no me importa eso ahora ¿Vale?— Le digo a Lucy algo enojada
- Calmada amiga, te entiendo.
- Lo único que me preocupa es mi hermano, desde que mi madre nos dejó debo trabajar saliendo de estudiar.— Mamá... Cuanto te necesito, ese mismo día había llamado a una funeraria para que hoy la enterrasen, con lo que me paguen hoy, pagaré lo necesario para que mi madre descanse en paz.
- Oye, puedo ayudarte en lo que necesites... Somos amigas.— Sonríe y me abraza, no puedo evitar derramar unas cuantas lágrimas aferrándome al abrazo de Lucy como si fuera mi madre. Ella saca un pedazo de papel higiénico y me limpia la cara de las lágrimas, sonrío y me calmo evitando pensar en mi difunta madre.
- Mañana será el entierro así que dudo venir.
- No te preocupes por eso.— Sonríe y bota el papel ya usado a un basurero. La campana suena y todos empiezan a dirigirse a sus salones a excepción de mí que pido permiso para irme del instituto, tomo mi bolso y me dirijo hacia mi casa para cambiarme y poder ir a trabajar. Es bastante pesado y agotador, pero no me importa lo que pase con tal de ver a mi hermano feliz.
Ya en el restaurante donde trabajo me pongo mi uniforme de mesera y atiendo a los clientes, tuve una gran suerte de encontrar un empleo en el restaurante donde más gente viene y supongo que con eso podré ganar el dinero suficiente para poder pagar los estudios de mi hermano y los míos.
- ¡Buenas tardes señores! ¿Qué se les puede ofrecer de almuerzo?— Doy el menú donde pueden escoger su comida y les doy su tiempo para que lo hagan.
Tomo nota de lo que ambos pidieron y me dirijo a dar la orden al cocinero y así sucesivamente con los clientes que llegan, ir y venir, llevar y traer, totalmente agotador. Ya cuando vamos a cerrar el dueño de aquel restaurante me llama a su despacho.
- Oye Rachel, veo que estas esforzándote bastante en el trabajo.
- Sí, muchas gracias es un honor trabajar aquí.— Sonrío.
- El honor es mío de tenerte aquí. Bueno a lo que iba, ten esto.— El dueño me da un sobre bastante grueso para mi parecer y al abrirlo me doy con la sorpresa con una cantidad enorme de dinero.
- ¡V-Vaya, esto es demasiado, señor!— El hombre ríe y se sirve una copa de vino.
- Es por tu esfuerzo, además sé que tienes que estudiar y trabajar a la vez, es lo menos que puedo hacer.— Bebe de su copa y la deja en la mesa.
- ¡Muchas gracias señor, aprecio el gesto!
- No me agradezcas señorita Rachel, ahora ve a descansar, hoy también diste de todo.— Emocionada salgo del despacho dirigiéndome hacia mi casa, abro la puerta.
- ¡Louis, ven a ver esto!— Mi hermano baja rápidamente las escaleras alarmado a ver que pasaba y le enseño el dinero que me había dado mi jefe.
- ¡Eso es mucho!
- ¡Claro que sí! Ahora podremos comer unos días más y... Para el funeral de nuestra madre.— Mi sonrisa se apaga al igual que la de mi hermano pero rápidamente vuelve a aparecer.
- Vamos a estar bien pequeño, saldremos adelante los dos juntos.— Lo abrazo y caigo al piso desmayada por el exceso de trabajo...
Minutos después
- ¿Qué pasó?— Miro al techo echada en el sofa de la sala, miro alrededor y veo a mi hermano sentado durmiendo en el sofá de al lado, me levanto y lo cargo para llevarlo a su dormitorio, lo acuesto y llevo las sábanas encima de él.
Me dirigo a la cocina para beber un poco de agua y de nuevo subo a mi habitación para seguir descansando.
Fue un día agotador realmente pero que más da, mañana será otro día.

Mis razones para amarteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora