Infante

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Observó esos bonitos ojitos azules y esos rosados labios que se curvaba en una sonrisa, que a demás más que hermosa le pareció diabólica. Mientras esas pequeñas manos se aferraban a su ropa.

—Akatsuki —susurro con esa voz infantil, que a sus oídos le sonó extraña.

Evito soltar una maldición contra su primo, cuando los severos ojos borgoñas se posaron en su persona.

—Le cuidaras —ordenó el pura sangre mientras se alejaba.

Ahora lo entendía, Hanabusa había enojado a Kaname a tal punto de que ese había sido el resultado, el que terminara como un niño de 5 años. El problema era que debía cuidarlo, lo cual era malo para su salud mental.

Era una mala idea tenerle en ese estado, sabiendo la relación que ambos mantenía.

—Akasuki, vamos a nuestra habitación —dijo aferrándose aun más a su ropa.

Si, una muy mala idea.

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