La noche estaba oscura, las estrellas estaban tras nubes oscuras, parecía que habría una tormenta eléctrica, estaba en el bosque, a lo lejos veía como si se acercara algo hacia mi posición, no lograba visualizar aquello que se acercaba, parecía moverse a gran velocidad, era grande, pero no fue hasta que estuvo enfrente de mi para cuando me di cuenta que no se trataba de un algo sino de un alguien, eran los Dorchädas, eran muchos, mire a mis espaldas, estaba sola, el que se encontraba al frente del batallón de los Dorchädas sonreía como si fuese mi final, miré nuevamente el cielo, sobre nosotros pasaba el ave Fénix, el nunca volaba en tiempos de tormenta, significaba algo, era una señal, todo estaba por acabar o por comenzar, el miedo comenzó a invadir cada hebra de mi ser, haciendo que cada una de mis extremidades comenzarán a temblar, pero debía conservar la calma, veía como reían todos, me encontraba sola frente a quienes de alguna forma me hacían sentir insignificante, desprotegida y atemorizada.
A lo lejos se escuchaba una voz, los Dorchädas no parecían escucharla, no entendía que decía, parecía la voz de una mujer, el viento comenzó a soplar con fuerza, sonaron los primeros truenos, con ellos comenzaron a verse los rayos, los Dorchädas comenzaron a sonar sus armas contra el fríos hierro de sus armaduras y escudos, al tiempo que reían, como si su victoria estuviese asegurada, estaban captando mi atención, buscaban provocarme, volví a mirar a mis espaldas, seguía sola, ni siquiera Aidan estaba, pareciera que nadie vendría a socorrerme, mire nuevamente al líder, pero cuando mire, no había nadie, habían desaparecido, comencé a andar, debía estar loca si pretendía buscarlos, ellos eran especialistas en el camuflaje, en cualquier momento comenzaría el ataque, el factor sorpresa era su técnica favorita, seguí andando, la brisa aumentaba su intensidad a medida que avanzaba, dificultándome el andar, por la fuerza de sus vientos, finalmente comenzó a llover, las gotas chocaban contra mí como si de alfileres se tratase, pronto ante mi apareció un rayo el cual me hizo caer, al tiempo que entorpecía mi vista, cuando pude incorporarme vi ante mí una mujer, la cual nunca había visto, la tormenta comenzaba a ponerse cada vez más fuerte, me acerque a ella esperando que me diera algún mensaje, presagio o dijera cualquier cosa, sin embargo, allí estaba de pie, inmóvil cuan estatua antigua de una dinastía casi olvidada, seguía sin saber quién era, su cabello era negro cuan carbón y largo, su tez era tan blanca como si nunca hubiese salido a la luz del día, ojos azules como el cielo, no entendía que hacia ella allí ni quien era ella, no comprendía la razón por la cual yo estaba allí, mi mente daba vueltas buscando una explicación al escenario que se abría ante mi, trataba de darle sentido a cuanto había visto, en especial a la presencia de aquella extraña mujer, mire a mi alrededor, nada, solo lluvia, rayos y truenos, solo estábamos ella y yo solas en medio del bosque, las preguntas se aglomeraban en mi mente y yo sin poder articular una sola palabra, pues el terror que sentía al imaginar que en cualquier momento sería atacada por los Dorchädas me paralizaba los sentidos, la preocupación de no saber dónde estaban mis padres, hermanos, amigos y los humanos me paralizaban a mi, buscaba encontrarle lógica ante todo esto que sucedía.
-No temas, sabrás mi nombre más adelante, debes apresurarte, ellos atacaran, la batalla pronto llegará, la oscuridad, el odio y el rencor se abren pasó rápidamente, debes apresurarte pues el tiempo finalmente ha llegado.
No entendía sus palabras, aunque trataba de comprenderlas, hablaba de una batalla, me cuestionaba pensando que había causado la ira de los Dorchädas, al mismo tiempo que pensaba en algo para contestarle, sin embargo sus palabras fueron suficientes para enmudecerme, ella seguía parada allí sin hacer nada, de pronto escuche un grito detrás de mí, voltee a ver a que se debía, pero no había nadie, no había nada más que el extenso bosque que se abría tras de mi, cuando voltee nuevamente para preguntar por lo que estaba pasando ya la mujer no estaba, me di la vuelta en dirección de dónde provino el grito, detrás de mi cayó otro rayo, con mucha fuerza y caí al piso de nuevo, pero esta vez cuando intente incorporarme se me vino encima una capa de tierra, ahogando mis gritos desesperados pidiendo ayuda, cuando abrí los ojos vi a Arnau, el cual sujetaba mi mano izquierda, su mirada transmitía angustia, pues así como yo no entendía lo que pasaba, mi mente dio vueltas, fue entonces que vino a mi cuan Epifanía, entendí finalmente ante que nos enfrentábamos.
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Profecías Ancestrales
FantasyDe las estrellas aprendemos, en la vida practicamos aquello que nos enseñan las estrellas, solo hay que prestar atención a esas pequeñas cosas que nos dan las herramientas necesarias, así fue como Íonachta, logró cumplir las profecías que hace mucha...