Capítulo 8.

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Era un mal día en los dormitorios de la U.A y del cual todos podían sentir un mal augurio al ver las escaleras, como si pudieran sentir el inminente peligro que representaba el subir al piso donde vivía un chico de personalidad peligrosa, un chico que deseaba desaparecer de la faz de la tierra y otro que buscaba una forma de vivir a lado de unos vecinos en constante guerra y demostración de amor.

Y por ello, todos los estudiantes del grupo 1.A se encontraban en la sala de estar, algunos jugaban videojuegos, otros comían un bocadillo, unos pocos simplemente hacían la tarea y Shoji se encontraba sentado en el sillón mientras conversaba con Tokoyami, quién estaba sentado a su lado y Hagakure, que comía botanas en la alfombra.

-Oye Shoji, ¿No haz escuchado a Kirishima?-

Preguntaba entre susurros Ashido que se encontraba agachada y detrás del sillón, como si quisiera ocultarse del mundo, pero aún así fue escuchada por Hagakure y Tokoyami.

-Lo siento Ashido, aunque puedo escucharlo, no es mi intención ser fisgón ni mucho menos chismoso.-Le respondía el chico, mostrando una boca a base de una extremidad.

-Yo solo lo vi subir las escaleras como si el diablo lo buscará.- Hablaba la chica invisible mientras sacudía sus brazos, con la intención de dar más asombro a su comentario.

-Debió ser importante porque no vio el ambiente que encierra el piso donde vive.- Mencionaba Tokoyami, mientras miraba extrañado la sonrisa que surgía de la chica rosada.

-¿Porqué Ashido?, ¿Le ocurre algo a Kirishima?-Preguntaba su amiga con un dejo de atrevimiento por ver la misma sonrisa, que sobre todo, expresaba alegría y emoción.

-Ho nada, solo que a Eijiro pooosiblemente le haya pasado algo bueno, aún así gracias Shoji.-

Y con ello desaparecía la chica dando saltos de alegría mientras subía las escaleras en dirección a su cuarto, ignorando lo pesado del ambiente atribuyendo aquél ambiente a un mal humor que talvez surgiera de Bakugou, algo normal para ella.

"Kirishima me debe recompensar con un enorme helado."

Pensaba tranquila Mina mientras se acostaba en su cama con una enorme sonrisa.

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-¡No puedo creer lo tonto que he sido estas semanas!-

Mientras tanto, en la raíz del problema, se encontraba un pelirrojo que estaba al borde de tener un ataque de pánico, saliendo al balcón y regresando a su habitación con la mirada girando constantemente a la puerta y a la pared que lo separaba del chico que, hasta hace unos minutos lo había rechazado.
Intentaba hablar lo más bajo posible, pero sus lágrimas no le permitían hablar correctamente pase a que había llorado lo más que le permitieron sus ojos antes de hablar con la única persona que podría animarlo en estos momentos.

-Pero no sabías que las paredes eran delgadas.-Aquella voz dulce, trataba de animar a su amigo que había sufrido a lo que tanto a temido ella.

-Pero aún así...debió ser incómodo para él escucharme...¡HO NO...ME ESCUCHO!- De pronto el sentimiento desolador que envolvía al pelirrojo fue reemplazado por una vergüenza que detuvo sus lágrimas, pero ahora sentía calor en todo su rostro.

-Bien, no escuché lo último Kirishima-kun.-

-¡Ho! Si, perdón Shiozaki.-

Susurros.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora