Llegaba tarde.
Metía cosas al azar en la mochila, rezando por que el autobús no se hubiese ido. Y con el Gabriel.
Idiota, que idiota era. ¿Cómo podía haberse quedado dormida?
Salió de su casa, sin despedirse de su madre y corrió, corrió.
Llegó a la parada, pero ahí ya no había nadie.Nadie, excepto Gabriel.