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La mujer tomó uno de los pequeñitos brazos de Jungkook y lo llevó fuera de la habitación.
—Hoy ve a dormir con Bogumie, seguro te extraña, mañana van a venir a verte tus papás, Jungkookie. No llores más, todo va a estar bien...—Nayeon, la viejecita que adoraba a cada niño de aquel lugar y los llenaba de amor abrazó al azabache con dulzura, llevándolo hasta la habitación con otros niños.
Y sabiendo lo que sus acciones anteriores causarían, se dirigió hasta la oficina del director.
El hombre, con sus manos entrelazadas sobre su barriga, la miró con una expresión neutra y se dirigió hasta ella.
Un estruendoso golpe sobre la cara de la anciana, quien cayó al piso de rodillas.
—No deberías ser una perra tan entrometida, conoce tu lugar.—
Uno tras otro, marcaba sus golpes y arañazos sobre la pálida y arrugada piel.

¡Min Yoongi, quiero hijos!Donde viven las historias. Descúbrelo ahora