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México deslizaba la punta de sus pies de adelante hacia atrás sin despegarla ningún momento del suelo de madera.
Al terminar hizo una pequeña reverencia.
Los aplausos no se hicieron de esperar.
Todas las countrys estaban aplaudiendo por tal magnífica coreografía.
¿Y Rusia?
Rusia estaba detrás del telón del lado derecho aplaudiendo como loca embobadamente y con sus finos labios formaban una perfecta "O".
La coreografía de la tercemundista había sido simplemente perfecta.
Simplemente hermosa.
Simplemente cautiva.
"Apuesta a que ganará" pensó inconsciente la eslava sin quitar su sonrisa embobada de enamorada.
¿Y como no?
México era simplemente perfecta en todo y todos los aspectos para la rusa.
Era una joya de mujer.
México se despidió y salió del escenario con una sonrisa.
Lo había logrado, había logrado impresionar a la maestra.
Tal vez fue por el corazón enamorado de Rusia o porque que ella estaba tan perdida observando el rostro de México que no supo en que momento la empezó a seguir, claro, ella pasaba detrás del telón para no ser vista.
Giraba y giraba su mirada buscando con desespero a esa preciosa mujer americana.
Rusia sonreía, tan solo recordar su rostro le aceleraba su torpe corazón.
Cruzó la puerta y arrimo unas grandes cortinas carmesí con terminaciones doradas.
Maldita sea.
Rusia apretó con fuerza sus puños y trago saliva con dificultad.
Alemania estaba junto México.
Alemania le entregaba a México un precioso ramo de flores frescas.
Justo cuando ella se había armado de valor para acercarse a la latina, Alemania había llegado antes que ella con México.
