Los latidos de desespero del corazón de YangYang podían ser oídos por Qian, quién había quedado atónito
—me amas...¿me amas?
Estupidamente, Kun analizo al menor y sonrió, acercandose más a él.
—joder, Kun, te amo, me gustas ¿bien? Y me siento celoso, me siento celoso de que SiCheng te haya abrazado la otra vez, que te haya besado, mientras que yo solo me decepcionaba y sufría en silencio.
Lo solto. Liu solto al fin todo lo que sentía, amaba a Kun y admitía que estaba celoso.
—tambien te amo, mi ovejita.