Mientras sentía sus manitos temblar del frío, siguió abrazando sus rodillas. Liu esperaba de Kun, el cuál seguía en el baño del restaurante, lugar que visitaban de vez en cuando.
—lamento demorarme, Yanggie.—
Kun sonrió, joder, esa sonrisa traía bobamente loco y enamorado al alemán, incluso podía sentir un zoológico en su pancita.
—tranquilo, hyung, sabes que puedo esperar por ti.—