Capítulo 4

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Cuando la directora mencionó que el chico era antisocial, no imaginé que hablara tan en serio.

Llevamos recorriendo la escuela como diez minutos, y no ha dicho ni una palabra.

Tan sólo llegó, le dio los buenos días a la directora, se presentó y fin.

—¿Qué hay ahí?—preguntó curioso el pelinegro.

Okey, comprendo que hay personas muy tímidas, ¿pero cuando eres nuevo en una escuela... no sería mejor intentar dejar de lado la pena?

—¿hey?—repitió el pelinegro.

—¿Eh?, Perdón, no te oí, ¿qué me preguntaste?—contesté rápidamente.

—¿Qué hay ahí?—señaló un salón.

—Es el salón de música, no hay nada interesante, por eso no te lo mostré—mencioné sin mucho interés.

—No todos apreciamos el arte de la misma manera—susurró Min.

—¿Disculpa?—Pregunte atónito por el descaro del pelinegro.

Tenía unas inmensas ganas de dejarlo ahí parado, sólo.

Pero mi conciencia no me permitió irme.

—Perdón si te molesto mi comentario—me miró.

Sus ojos... estaban... ¿tristes?

—Era algo que me decía mi madre—suspiró.

¿Puede alguien enamorarse en menos de tres segundos, con una sola mirada?

—N-no te disculpes—fue lo único que salió de mi boca—¿Quieres ver las canchas o nos dirigimos al salón?—.

Por favor, dime que las canchas.

—Salón—se limitó a decir.

Pude haber insistido, pero no.

No es bueno obligar las cosas, si la vida quiere que algo pase, pasará.

Esté chico esconde tanto...

Alguien de 13 años no puede vivir con tanto dolor, cómo el que carga en su mirada.

No sé quién seas, ni de dónde vengas, pero te ayudaré Min Yoongi, es una promesa.

El arte de amarDonde viven las historias. Descúbrelo ahora