One-Shots y Headcanons sobre Arthur Fleck o Joker (La mayoria de Arthur porque merece todo el amor del mundo)
Estas historias solo serán para el Joker de Phoenix, pero si encuentro uno bueno para el de Ledger lo subo.
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Ansiosamente, tiraste de los hilos de tu vestido. Las cuerdas sueltas que, aunque ocultas en su mayor parte, se retorcían entre tus implacables dedos, actuando como un escape de la presión de tu entorno. Sin embargo, cuando la melodía entusiasta y animada de la banda en vivo a tu derecha resonó en un golpe explosivo, esta retirada momentánea fue de corta duración.
"¡Estamos de vuelta con nuestra invitada, la doctora (T/A)!"
Su presentación rápidamente te trajo de vuelta a la realidad, y rápidamente dejaste caer el dobladillo de tu vestido, con los ojos fijos en él.
"¡Ahora!" Murray hizo una pausa, inmediatamente, volviéndose hacia ti.
Su expresión era radiante cuando se inclinó hacia adelante en su silla, "Tienes que ver a nuestro próximo invitado por ti misma. ¿Te quedarás? Tal vez puedas ayudar, seguro necesita un doctor"
"Oh", hiciste una pausa, frunciendo el ceño, "¿tiene problemas sexuales?"
"No solo eso, tiene muchos otros" Murray respondió, y tú te encogiste internamente ante su tono burlón. No estabas segura de quién era su próximo 'invitado', aunque si lo que Murray dijo era cierto de alguna manera, no podías imaginar que ser ridiculizado por eso haría feliz al misterioso invitado.
El público, como siempre, se echó a reír.
"Ya verás", sonrió, señalando hacia uno de los monitores.
"¡Reproduce el clip!"
Todos vieron cómo el monitor hacía la transición de Murray a un hombre en un escenario. En lo que asumiste que fue provocado por su nerviosismo, el sudor cubrió su frente y le recorrió la cara.
Rápidamente se hizo evidente que el hombre tenía un afecto pseudobulbar, una afección que conocías, pero no en su totalidad, tu campo se enfocaba principalmente en la terapia sexual.
Miraste, tristemente fascinada, como las manos del hombre en el video se apretaban desesperadamente en su garganta, tratando de forzar sus bromas planeadas, solo para que una ráfaga de frases rotas pasara por sus labios. Componerse parecía ser una tarea ardua, y el temor que se acumulaba al ver a aquellos que se burlaban de él, a los que se reían, se acercaba a su apogeo. Eso te molestó; su sufrimiento fue considerado como una hilaridad, una rareza para burlarse, y tu fuiste la única que empatizó; quien entendió la angustia perdida en el brillo de sus ojos. Murray estaba equivocado al burlarse de este hombre, equivocado al burlarse de alguien que tenía una condición.
Mientras mirabas la atronadora histeria del público con vergüenza, reflexionando sobre la suciedad en la que se había convertido Gotham, el video terminó poco después. La voz de Murray volvió una vez más.
