Prólogo + Capítulo I

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La mente humana es algo incierta.
Dentro de la mente, incluso los pensamientos contradictorios
pueden coexistir.

La delgada y hasta a veces invisible línea entre el bien y el mal, aquella que solo las mentes que se creen superiores logran traspasar, en un mundo cuya historia está plasmada de violencia y crueldad, desde el primer asesinato perpetrado por Caín hacia su hermano Abel hasta las dos guerras mundiales, que llevaron al mundo al borde del colapso. La humanidad ha tenido varios líderes, de los cuales muchos de ellos han sido llamados anticristos, desde Calígula hasta Hitler que son los rostros de la maldad en todo su esplendor plasmadas en la historia, desde Jesús hasta Juan Pablo Segundo o la madre Teresa de Cantuta cuya vida ha sido irradiada por la luz divina. El bien y el mal juegan un dinamismo único, que a veces hasta logran confundir a la tan aturdida mente de muchos mortales, trastornando sus vidas y jugando con sus destinos, la naturaleza o Dios para los creyentes nos dieron vida y con ello nos regalaron un mente que es la maquina más poderosa, cuyas redes neuronales ninguna maquina puede igualar, pero no todas las mentes trabajan para el beneficio de la humanidad, otras mentes que no son entendidas y cuya inteligencia es superior a la común, lograr borrar ese línea que para ellos es irrisorias, plasmando sus ideas en beneficio propio, satisfaciendo sus bajos instintos, dando así al nacimiento de las Mentes Criminales.


Estados Unidos, Enero 2014

Aquella noche la temperatura era bajo cero, se dice que este ha sido el peor invierno que está padeciendo la ciudad, aunque no está nevando una gran lluvia torrencial, está cayendo como presagiando que desde ahora las noches serán de un toque diferente. Al volante iba a toda velocidad una de las mejores agentes del FBI, de descendencia surcoreana, su palidecida piel a causa del frio, sus ojos un poco ojerosos por la falta de sueño, pero inteligentemente cubiertos por unas gafas negras, de contextura delgada, con un cabello que le caía suavemente hasta los hombros, unos labios finos cubiertos por algún pintalabios caro de color rojo, su uniforme negro, tan típico de los agentes americanos, aquella mujer atractiva físicamente, plasmaba su atención en la autopista, no deseaba por nada de este mundo que sus manos temblaran en un error y verse comprometida en un accidente, junto a ella iba también su compañera de igual descendencia, pero aquella era novata, traía la misma apariencia, solo el cabello era más largo y negro, en sus manos llevaba un portafolio.

- ¿Y en dónde se encuentra la última? -preguntó la agente al volante.

-En la penitenciaría de máxima seguridad del Estado de Virginia. -respondió la novata viendo la fotografía de la quien sería aquella persona.

-Bien. Vamos. -dijo la agente, girando la palanca de cambios y apretando con el pie el acelerador.

Después de dar varios giros y tomar varios atajos llegaron a la penitenciaria, donde un oficial corrió a recibirlas.

-Agentes, ¿A qué debemos su visita?

-Hemos venido a buscar a alguien.

-Pero son más de las once, las visitas están prohibidas.

- ¿Te he pedido permiso? Te estoy dando una orden -dijo la agente mientras bajaba un poco sus gafas para tener una mejor vista del oficial.

-Sí agente, como usted lo diga.

Vio que el oficial hizo un ademán para que abran las puertas y entró con el auto.

(...)

La lluvia trajo a la memoria un recuerdo casi olvidado, pero latente en la mente de aquella mujer que reposaba sobre su cama de plaza y media, no tan cómoda ya que se sentía más lo fierros que el colchón.

Criminal Minds [HIATUS]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora