Las Cinco Islas

Capítulo 3: Sucesos inexplicables

-Eran las 11:58 de la noche cuando escuchamos un ruido en el jardín -me empezó a contar la señora Hocke-, sonó muy fuerte así que mi marido fue a ver que era. Salió y vio una maceta rota, raro ya que nosotros no teníamos ese tipo de maceta. Label empezó a gritar  en el piso de arriba. La maceta era una distracción. Salí disparada hacia las escaleras pero justo antes de llegar bajó de ellas alguien vestido de negro con una máscara que le tapaba cuello y pelo incluido. Tenía un símbolo en la parte de la frente, en la máscara- a veces la Señora Hocke se expresa un poco regular- . El símbolo eran cinco triángulos grises alrededor de un hexágono blanco. El hombre bajó de un salto de las escaleras y nada más apoyar los pies rebotó directo hacia mí. Me derribó. Se tiró encima de mi y me pegó en la cara... -fue en ese momento cuando la miré y me percaté de que tenía el ojo rojo por dentro y un pequeño moretón en el pómulo izquierdo. Se dio cuenta. Me miró y se acarició el  pómulo morado- Ahora estoy bien, tranquilo. ¿Te sigo contando? -me preguntó.

-Sí, por favor.

-Bien -tragó saliva y continuó-. Me iba a dar el tercer golpe cuando mi marido se lanzó hacia él, de la misma forma que segundos antes el intruso había hecho conmigo. Se empezaron a pegar en el suelo y yo agarré lo primero que vi: una lampara; y fui directa hacia la pelea. Mi marido me gritó y me dijo que fuera a por Label. Mi hijo seguía golpeando el suelo en la planta superior. De nuevo me disponía a subir y otra vez bajó otro hombre por las escaleras, vestido de la misma forma que el primero. La diferencia con el primer hombre era que el segundo tenía cogido por el cuello a mi hijo y ambos estaban cayendo por las escaleras. Aterrizaron mientras el hombre le asestaba puñetazos a mi hijo y él se intentaba defender, y ambos sabemos cómo es él en ese sentido -me soltó una risita ahogada irónica; era cierto, Label nunca se había peleado con nadie y era nefasto cuando nos pegábamos jugando-. Ambos cayeron llevándome a mi de por medio. Caí al suelo y me mareé del golpe, no veía bien. Intenté observar y por un lado vi a mi marido aún pegándose con el encapuchado y por otro a Label intentando defenderse de su agresor. Me quise levantar pero no pude. Me hallaba en el suelo, sin poder moverme y sintiéndome igual de inútil que la lámpara rota que se encontraba a mi lado -hizo una pequeña pausa, parecía que iba a romper a llorar de un momento a otro.

-¿Está bien señora Hocke? -le pregunté.

- Sí, claro -me respondió dirigiéndome una pequeña sonrisa-. El primer bandido dejó medio dormido a mi marido utilizando un paño blanco húmedo que se sacó del bolsillo. En cuanto se dio cuenta de que mi marido no era capaz de reaccionar y que sólo se movía en el suelo lo dejó y se dirigió hacia mí. Vino corriendo, yo seguía mareada y él aprovechó mi falta de reflejos para ponerme ese mismo trapo tapándome nariz y boca. Me paralizó completamente  y apenas podía mantener los ojos abiertos. Observé, inmóvil, cómo mi hijo recibía un golpe e intentaba devolverlo. Fue muy valiente -se secó unas lágrimas de las mejillas-. Llegó el que me acababa de paralizar y agarró con las rodillas un brazo de Label. Enseguida le puso el otro encapuchado su paño con la sustancia paralizadora en la boca y nariz, tardó mas tiempo en quedarse quieto, no dejaba de forcejear aún sabiendo que no podía hacer nada. Vi cómo ambos se llevaban a mi hijo. Esos monstruos me estaba quitando lo que más quería en mi cara y no podía hacer nada. Después de ocho minutos nos empezamos a poder mover un poco, lo primero que hicimos fue llamar a la policía y buscar a Label por los alrededores. Finalmente no lo encontramos. Le pregunté a un agente de policía si habían encontrado a mi hijo por los barrios circundantes, lo cuál negó, pero me dijo que ya es la cuarta denuncia de uno de estos barrios denunciando el mismo caso: allanamiento de las casas y desaparición de tres chicos más de la edad de Label.

-El Ciclo Oscuro... -susurré mirando al suelo.

-¿Qué? -me preguntó.

-No, nada señora Hocke. Muchas gracias por contarme lo sucedido -respondí.