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- ¡Maestro Fu! - grité con fuerza cuando llegué hasta su casa -

Llevaba a Marinette entre mis brazos, respiraba, pero no dejaba de sangrar, las lágrimas dificultaban mi visión.

- No llores jóven Adrien, no ha fallecido aún.

- Ella - ella estuvo en contacto con mi -  con mi cataclismo.

El maestro Fu observaba a Marinette luego elevó la vista y observo a una criaturita roja muy mona.

- Tikki...

- Maestro - respondió la criaturita -

- Veo que vuelves a ser la misma.

No entiendo a que va todo esto, ¡están perdiendo el tiempo!

- Chat dame tu anillo - me ordenó el maestro Fu -

Se lo dí sin pensar y el se lo puso a Marinette ahora tenía puestos los miracoulus de la creación y la destrucción.

- Ustedes saben que hacer - les dijo a Plagg y a Tikki -

Ambos asintieron y se introdujeron dentro del cuerpo de Marinette.

De ella brotó un resplandor dorado y purpureo que me segó por un momento.

Su cuerpo comenzó a sacudirse y retorcerse, quise abrazarla pero el maestro me detuvo.

Después de lo que me pareció una eternidad el brillo cesó y ambos kwamis salieron exhaustos.

- hicimos todo lo que pudimos.

Poco a poco Marinette abrió sus ojos y se incorporo.

Me abalance y la abracé con todas mis fuerzas no podía dejar de llorar, no había muerto, mi cataclismo no la mató.

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