-Se Suspende la Misión-

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Disclamer: Todos los personajes, lugares y parte de la trama pertenecen a Rumiko Takahashi, y no a mí. Yo solo escribo historias para divertirme, sin ningún ánimo de lucro.

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7.

Se Suspende la Misión

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¡¿Felices?!

Ranma, espantado, se lanzó al suelo sujetándose la cabeza. ¡Shampoo estaba loca! ¡Loca de atar!

Pretendía tenerle encerrado en ese tarro el resto de su vida, excepto cuando le sacara de allí para... para... ¡¿Y decía que así serían felices?! Y lo más inquietante de todo era lo rápido que se le había ocurrido ese plan aterrador, la sonrisa chispeante con que lo había contado, como si no tuviera nada en absoluto de malo para ella tener a una persona secuestrada de por vida con el único fin de que este satisficiera sus deseos cuando ella así lo decidiese.

¡Aquello era increíble... era una pesadilla... era...!

—Ranma...

Ranma saltó al oír su nombre y alzó las manos en una posición defensiva. Estaba aún alerta, demasiado impresionado por lo que acababa de oír pero por suerte se trataba de Nabiki que había salido del restaurante. En sus manos traía un buen fajo de billetes que no tardó en meter en su bolso.

—¿Y ese dinero?

—Es el pago que ha hecho Shampoo a cambio de quedarse contigo —La chica le guiñó un ojo—. ¿O pensabas que le saldría gratis obtener por fin al hombre de sus sueños?

—¡¿Le has sacado dinero por una asquerosa rana?!

—Pues claro, ¿qué te creías? ¡No estoy haciendo todo esto gratis!

Por supuesto que no pensó Ranma, tan alterado que aún apretaba los puños Y tampoco lo haces para ayudarme.

Ranma se sintió enfermar. Todo ese día había sido una autentica pérdida de tiempo; no solo no había sacado nada en claro, sino que tenía muchas más dudas sobre sus prometidas que antes.

Bueno, en realidad, no tantas, pensó con rencor.

Lo único que deseaba era marcharse al dojo y que todo terminara ya. No quería volver a pensar en ese asunto nunca más.

El chico se metió las manos en los bolsillos y sin decir una palabra más, echó a andar dejando a su espalda el Neko Hanten.

Por un fugaz instante se preguntó cuánto tiempo tardaría Shampoo en descubrir la verdad y lo qué pasaría cuando ocurriera. Sintió pena por la rana, probablemente la amazona la usaría para alguna de las salsas del menú del restaurante en cuanto supiera que no era él. Al instante se imaginó a la china apareciendo, rabiosa en el dojo y exigiendo su dinero o una cita con él como pago. Era lo más lógico.

Sin embargo, Ranma se dio cuenta de que estaba tan enfadado que no se creía capaz de soportar un numerito semejante una vez más. Lo había hecho muchas veces, pero ya no tenía por qué consentir esa clase de comportamientos. Ni a Shampoo ni a Ukyo.

El estúpido truco de Nabiki había servido para abrirle los ojos y su orgullo herido no pensaba olvidar sin más. Se había acabado el Ranma comprensivo que aguantaba golpes y abrazos estranguladores.

A partir de ahora todo iba a ser distinto.

Nabiki, que caminaba unos pasos por detrás de él, se dedicó a observarle con curiosidad los primeros minutos, pero al ver que el chico no reaccionaba adelantó unos metros al trote hasta situarse a su lado, aunque cuando habló lo hizo mirando al frente.

A quien más quieroDonde viven las historias. Descúbrelo ahora