Capítulo 34

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-Makarov The Hedgehog.

-¿Makarov The Hedgehog? -preguntó al pensar que no había escuchado bien.

-Sí -afirmó-. Así se llama la persona a la que buscamos. Y se exactamente en donde podemos encontrarlo -su rostro formó una sonrisa sádica.

-¡Perfecto! -la felicitó-. Ahora, ¿Qué hacemos con ella? -la observó en el suelo aún retorciéndose del dolor.

La eriza la miró por unos instantes y una sonrisa retorcida se formó en su rostro nuevamente.

-Lo que haremos con ella será muy divertido, pero primero quiero que revisen el lugar. No quiero testigos.

Los soldados tardaron un poco, pero al cabo de unos minutos terminaron de revisar el lugar, encontrando la manera de acceder al pasadizo por el cual habían escapado Tails y Cream hace unos minutos atrás.

-¡Señorita Mana! -grito un soldado-. Encontramos un pasadizo en la casa, al parecer fue utilizado recientemente.

-¿De verdad? -se acercó a la bruja nuevamente-. Que te parece si le echamos otro vistazo a tu mente. Quiero saber a quién ayudaste a escapar.

La eriza volvió a posicionar ambas manos a los costados de la cabeza de su contraria, para volver a provocarle un dolor incluso más insoportable que el anterior. Los gritos de la pobre mujer siendo torturada, se escuchaban por todo el lugar, más sin embargo, al ser una zona nada transitada las esperanzas de que alguien la ayudara eran escasas.

Después de haberla torturado nuevamente, tuvo la información que buscaba dirigiéndose a los soldados que se encontraban aguardando órdenes. 

-Los que escaparon fueron dos niños -miró a los soldados-. Quiero que los busquen y me los traigan con vida, ellos nos serán de mucha utilidad. ¡Ahora vayan! ¡Encuentren los y traigan los ante mí!

Los soldados solo gritaron un "Sí Señorita" para ingresar al pasadizo y emprender camino a alta velocidad para alcanzar a los susodichos.

[...]

Los pequeños habían reducido la velocidad, empezando a caminar para poder recuperar las fuerzas perdidas en la huida reciente, pero al dar unos cuantos pasos más sus piernas no respondieron así que decidieron detenerse a descansar.

-¿Crees que este en camino? -preguntó la pequeña dirigiendo su vista a la oscuridad por la que habían pasado.

-De seguro no tarda en llegar -animó mirando en la dirección en la que veía su compañera.

-Espero que este bien -se posicionó a su lado-. Me sentiría muy mal si algo malo llegara a pasarle.

-No tienes porque preocuparte -la abrazó-. Ella nos dijo que nos alcanzaría después, vendrá por nosotros. Yo creo en su palabra. Ahora esperaremos aquí a por ella.

-Tienes razón -se sentía más segura con ese abrazo-. También confío en ella.

Ambos esperaron en silencio iluminados únicamente por la luz de la antorcha la cual poco a poco se iba consumiendo.

Pasaron al rededor de unos 15 minutos, estaban por emprender nuevamente su camino cuando divisaron a la distancia una pequeña luz tenue que poco a poco se iba acercando hacía ellos.

Los dos pequeños estaban felices, Leila había cumplido su promesa. Estaban por correr hacia la luz que ya era mucho más visible, pero pararon en seco al escuchar que no era la voz de Leila la que se acercaba, al contrario eran varias voces masculinas las que llenaban aquel pasadizo.

-¡Ahí están! -se escuchó gritar a una de las voces-. ¡Sigan la luz de la antorcha!

Al escuchar aquello entraron en pánico. Lo único que pudieron hacer en ese momento era salir corriendo como les permitieron sus piernas.

-¡Oh, no! -dijo corriendo tras del pequeño zorro el cual había vuelto a tomar su mano al momento de correr.

-¡Vamos, no te detengas! ¡Y sobre todo no mires hacia atrás! -gritaba el pequeño tratando de alejarse junto a su amiga de los tipos que los seguían.

Seguían corriendo, el cansancio empezaba a hacerse más notorio en ambos. El túnel no parecía tener un final aparentemente.

Las piernas de la pequeña no dieron más, haciendo que está cayera y soltara la mano de Tails, el cual al dejar de sentir el tacto de su compañera, se detuvo bruscamente.

-¡Cream! -fue hacia ella-. ¡Vamos tienes que levantarte! -la ayudo a ponerse en pie-. ¡La salida debe estar cerca!

La pequeña al levantarse y tratar de dar un paso volvió a colapsar esta vez cayendo solo sobre sus rodillas.

-¡No puedo! -gritó con desesperación-. ¡Vete y salvate tú! -le ordenó, más al ver la expresión de su contrario descartó la idea de que haría lo que le pide.

-¡Estás loca! -gritó no tan fuerte-. ¡No pienso dejarte aquí!

El pequeño zorro se puso frente a ella en cuclillas dándole la espalda.

-¡Sube, rápido!

La coneja acató al instante la orden del amarillo y subió a su espalda.

Una vez la sintió en su espalda comenzó a correr tanto como pudo.

Las voces se escuchaban cada vez más cerca. El pequeño empezaba a perder las esperanzas de poder salvarse o que alguien llegará y los salve, lo cual era imposible en ese momento.

Por su cabeza empezó a aparecer la posibilidad de que su pequeña compañera se salvase, sin embargo, para que eso sucediese tendría que haber un pequeño sacrificio, sacrificio que estaba dispuesto a realizar si no encontraban escapatoria alguna.

Sus pensamientos lo consumían tanto que apenas y escuchaba la voz de su compañera llamarlo innumerables veces.

-¡Tails! ¡TAILS! -intentó llamar su atención.

-¿Eh? -salió de sus pensamientos-. ¡¿Qué sucede?!

-¡Una pared enfrente! - grito haciendo que se sobresaltara y parará su correr al instante.

No lo podía creer... no había salida alguna.

-¡¿Qué hacemos ahora?! -estaba más asustada que nunca.

-....

Se mantuvo en silencio. No había salida, ni escapatoria alguna. Morirían. Ni Sonic, ni el resto de sus amigos lo sabrían, serían solo dos cuerpos inertes dentro de aquel túnel.

No pudo evitar caer de rodillas al pensar tal posibilidad, que notoriamente era tan obvia en ese momento. Miró hacia arriba, y como si Chaos hubiera escuchado todos sus pensamientos, logro divisar una pequeña escalera y más arriba de esta una pequeña escotilla. Había esperanza.

Se levantó rápidamente e intento alcanzar la escalera de un solo salto, logrando lo así a la primera. Miró a su acompañante lleno de felicidad, estiró su mano para alcanzar la de ella y ayudarla a subir.

Ella sin dudar logró tomarla y subió las escaleras junto a su amigo. Empujaron con fuerza la escotilla logrando abrirla con un poco de dificultad. Al ver hacia arriba se encontraron con gato marrón el cual los apuntaba con una escopeta.

-Si no quieren morir -miró a ambos-. Será mejor que regresen por donde vinieron.

-Po-por favor necesitamos ayuda -dijo la pequeña.

-Lo siento, no es mi problema -respondió cortante-. Ahora largo, o de lo contrario sus vidas habrán sido muy cortas.

-¡No podemos volver ahí! -gritó desesperado.

-¿Por qué no?

-¡Soldados! ¡Hay soldados en el túnel y nos siguieron hasta aquí! -respondió rápidamente.

-Demonios -maldijo en voz baja-. ¡María! -una eriza de color amarillo llegó al ser nombrada-. Ayudalos a subir. Mientras tanto nosotros cerraremos la entrada.


Continuará.....

Assassin SonamyDonde viven las historias. Descúbrelo ahora