Capítulo 33

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Tardó un poco informando a las pocas magas y asesinas que se encontraban en ese pequeño convento.

-No hay problema -dijo una coneja de color marrón-. Te mantendremos informada de la situación en el exterior.

-Muchas gracias. Por ahora, no bajen la guardia. Eso es todo -dijo por último para despedirse de la coneja y dirigirse al lugar en el que había dejado a ambos erizos para que descansen.

-Bien -dijo entrando al lugar-. ¿Qué es lo que... - no pudo terminar la pregunta debido a la escena frente a sus ojos.

Ambos erizos se encontraban dormidos uno junto al otro, lo que de cierta manera hizo que la escena fuera algo conmovedora para ella, así que decidió dejar que ambos descansen. Ya después les preguntaría el porque de su inesperada llegada.

Mientras tanto:

Se encontraban ocultos en uno de los techos de aquella no tan grande ciudad, observando cuál era la situación de la misma, y que podrían hacer para poder encontrar una solución al problema.

-Sabes, dudo que podamos hacer algo desde aquí -dijo desde el techo del lugar.

-Sí. Scourge tiene razón Señor Makarov. Los únicos que están ocupados aquí son Shadow y Mephiles.

-Silver y Scourge tranquilos -dijo el erizo mayor-. Mientras Mephiles y Shadow se encargan de dar con las posiciones de los guardias de los alrededores de la ciudad, nosotros nos encargaremos de saber que está pasando con exactitud en esta ciudad. ¿Está entendido?.

-Si señor -dijeron al unísono.

En los alrededores de la ciudad:

-Esto está siendo más difícil de lo que pensé -dijo mientras se ocultaba junto a su compañero.

-Y ¿me lo dices a mí? -dijo algo irritado el de betas grises-. Los alrededores están llenos de Slaves. Eso sí que es malo.

-Al menos al Señor Makarov y a los dos les debe ir mejor que a nosotros.

-Así es. Sin embargo, hay algo más que me está preocupando.

-¿Qué es lo que te preocupa Mephiles?

-Me preocupan los niños. Me pregunto si hicimos bien en dejarlos con Leila.

-Sabes, ahora que lo dices tengo un mal presentimiento al respecto. Pero por ahora, tenemos que buscar la manera de regresar al interior de la ciudad.

-Bien...-dijo dejando de pensar en el tema-. Creo que tienes razón.

************

-Señora Leila -llamó la pequeña coneja-. ¿Por qué estamos en este lugar?

-Veras Cream, este es el lugar al que suelo venir cuando quiero relajarme. -dijo mientras llevaba a ambos pequeños de la mano.

-Ya veo -dijo sonriente.

-Es muy lindo, ¿Verdad? -preguntó la mayor.

-Sí. Muy lindo señora Leila -respondió el pequeño zorro.

El camino se tornó en un silencio agradable para los tres, hasta que llegaron a una pequeña cabaña un tanto vieja en medio de dos grandes árboles.

-Llegamos -dijo para soltar a ambos pequeños y dirigirse a la puerta de la cabaña-. Vamos, no se queden ahí afuera, pasen.

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