❝ -Aún si logras salir de este manicomio, no hay escapatoria.
-¿A qué te refieres?
-Te perseguirá hasta la muerte. Y no descansará hasta destruirte por completo ya que estas manchada de este lugar.
-¿Quién? ¿Qué?
-Tu mente. ❞
| VIDEOJUEGO PERTE...
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——— D E L U S I O N ———
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Nota 9: ❝ Este lugar me esta enloqueciendo, o quizás ya era una locura que venía conmigo y hasta ahora es que se ha manifestado. Mis manos llenas de sangre me delatan y me juzgan pero debía hacerlo, no quiero terminar como Aaron , debía defenderme o moriría ❞
Nota 10: ❝ Debería sentir pesar o por lo menos remordimiento por haberlo matado también pero no me importa, se lo merecía, en ningún momento pedí que me ayudara. Son ellos o soy yo, sus vidas o la mía y no estoy dispuesta a morir ahora❞
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Completamente perturbada, Ana sentía las lágrimas correr silenciosas por sus mejillas y luchaba por no soltar ni un solo sollozo hasta que los variantes se dispersaron y se alejaron. Con un incontrolable temblor en su cuerpo, la mujer salió de aquel estanque y aunque ahora el olor a sangre ahora la envolvía y era más potente, ya no le molestaba e incluso sentía que se había adaptado a él. Aunque su mente estaba nublada, Ana comenzó a correr en línea recta hasta dar con otra cerca de alambres y en medio de su pánico subió aquella cerca cayendo dolorosamente pues los músculos de sus piernas y caderas seguían agarrotados.
Al alzar la mirada se encontró a no muy larga distancia una torre de vigilancia y pese a la oscuridad, pudo divisar una pasarela que conectaba con uno de los tejados del edificio principal. No queriendo perder más tiempo, comenzó a avanzar hacia aquella torre con la esperanza de cortar un poco el camino. En su mente no dejaban de repetirse las imágenes del cuerpo de Aaron siendo destrozado y las de su primo Connor cortándose el cuello frente a ella, sintiendo un gran peso en su pecho.
—No fue mi culpa...—susurró la mujer llegando a la torre de vigilancia con la vista algo borrosa—. No fue ni culpa.
Comprobando con alivio que su encendedor todavía servía, la mujer entró en la torre iluminándose con aqueñlla pequeña flama. No pasó mucho rato cuando de pronto sintió que era empujada al suelo y alguien encima de ella la volteaba y le inmovilizaba los brazos haciendo que ella soltara el encendedor.
—Oh, dulce criatura, la pasaremos muy bien...
—¡Maldita sea, quítate! —gritó la mujer desesperada y tratando de removerse —. ¡Quítame las manos de encima!
La blusa de Ana fue abierta con brutalidad y las manos de aquel variante manosearon sus pechos unos segundos antes de que comenzarán a bajarle el pantalón. Ana tenía las manos libres pero sus golpes y arañazos no le hacían nada a aquel sujeto por lo que comenzó a tantear a los lados y sus dedos dieron con algo largo y metálico por lo que tuvo que estirarse como pudo hasta alcanzar una barra de metal, la cual empuñó con todas sus fuerzas y en cuanto la estampó en la cabeza del variante ya no pudo parar.
