❝ -Aún si logras salir de este manicomio, no hay escapatoria.
-¿A qué te refieres?
-Te perseguirá hasta la muerte. Y no descansará hasta destruirte por completo ya que estas manchada de este lugar.
-¿Quién? ¿Qué?
-Tu mente. ❞
| VIDEOJUEGO PERTE...
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——— R E D E N C I Ó N ———
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Nota 13: ❝Acabo de escapar por muy poco , pero he aprendido muy bien que no podré librarme de ellos por mucho tiempo. Es terrible lo que ha ocurrido en este lugar , morir parece ser una buena opción, pero ya he tenido demasiadas oportunidades para haber muerto y parece que es algo demasiado bueno para mí. Tengo alcohol y un encendedor ¿valdrá la pena lo que venga luego? ❞
Nota 14: ❝Otra vez en una relativa calma después de escapar de una lenta y tortuosa muerte, estoy cerca de la salida y ni siquiera eso me alegra. Solo estoy muy cansada de rodo esto❞
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—Ronald, no fue mi intención, yo no quise que pasara...
—Es todo tu culpa, Ana, es tu culpa que mi padre muriera.
—No, Ronald, yo no hice nada.
—Ya eres una adulta, así que válete por tu misma.
—Pero mi...
—¿Tu parte del dinero? Yo tengo el control de todo y no mereces ni un centavo.
—¡No! ¡Ronald!
—No quiero volver a verte.
El dolor en ascenso le indicó a Ana, como ya parecía costumbre, que recobraba la conciencia y por un momento pensó que estaba colgada por la sensación de atadura en su cuello, pero razonó en que no podía ser pues lo que estaba en su cuello la pinchaba y comenzaba a cortarla. Las lágrimas corrían por sus mejillas habiendo recordado vívidamente el último encuentro con su hermano antes de que la dejara a la deriva, sin dinero, sin casa, sin ayuda, sin cómo seguir pagando la universidad...
La mujer lanzó un grito de profunda tristeza removiéndose en la silla donde estaba y reparando con ello más claramente que en su cuello estaba atado un alambre de púas y no solo eso, pues al inclinar su cabeza contra su hombro reparó que sus orejas estaban atravesadas también por alambres y la sangre seca llegaba hasta suas clavículas. No pudo evitar tensarse y empezar a temblar al escuchar la voz del que sería su posible futuro asesino.
—Cariño...estas espléndida —suspiró Gluskin acercándose a la mujer, quien empezó a sollozar del miedo y el dolor—. Una belleza preparada solo para mí...déjame arreglar tu atuendo.
La oscuridad comenzó a emborronar la visión de Ana pero sintió claramente el dolor en el alambre de púas siendo más apretado en torno a su cuello y clavándole las púas en la piel, desgarrándola. Podía escucharlo hablar claramente sobre que estaba casi lista para su boda mientras sus manos se paseaban por su cintura y sus piernas antes de ser desatada y cargada de nuevo sobre su hombro pero no pudo intentar luchar por zafarse cuando volvió a caer inconsciente aun adormilada por el somnífero que le había rociado.
