Vaus

7 1 0
                                    

Aún recuerdo la primera vez que aceptaste contarme un cuento. Quizá ni te interese saber el por qué de mi propuesta pero ahí te va, fue un día de mierda. 

Esa primera vez, se convirtió en una segunda, una tercera y al hoy ni te cuento cuántas veces tuviste ese noble gesto. Una niñería como muchas de las que tengo, pero ahí estabas, escuchando de rato en rato cada una de mis estupideces. 

Te recuerdo como el misterioso que entró al salón sin saludar, sin sonreír, ni hablar, y estar pendiente del celular más que entablar un simple "hola" con alguien. Te noté infeliz e imaginé que nos maldecías a todos. Que odiabas estar sentado mirando simples teorías y que era aburrido estar frente a todos. 

Era curioso, tu silencio, tu voz, y un milagro verte sonreír. Por alguna razón quería hablarte pero no me atreví. El tiempo fue un enemigo constante en mi vida y no volví a verte después de esos casi cuatro meses. 

Quién pensaría que la siguiente ocasión sería de la mano de alguien. Ya sabes, eso sucede cuando uno se enamora, supongo. 

Es triste cargar con las lagrimas de una mujer, más cuando señalaba tu nombre. Más cuando sabías que era verdad, más cuando ella valía todo (a mi parecer), más cuando era tu amiga (eso creía yo). 

Casi al final del invierno de ese año te volví a ver, algo borroso y más oscuro que antes. Decidí escribirte; así entraste a mi mundo. Yo que no quería conocer a nadie. Esa actitud altanera, y poco humilde; debo admitir que era atrayente. Tenía tantas ganas de pegarte y enseñarte las cosas a golpes. Tenía ganas de conocerte y me intrigaba desconocer la razón de tus palabras al referirte a los demás. Pero fui paciente, quería ayudarte y comencé a ver nuevas virtudes. No todo era gris, había nobleza. No eras un mal tipo, pero reflejabas serlo ante los demás. Descuida, de a pocos fui olvidando cada apodo tuyo. Admito que a "rata" le fui agarrando cariño. Quería alegrarte, hacerte ver que todo podía ser bonito. Aunque no lo fuese para mí. Ya sabes. 

Tengo mala memoria para algunas cosas, pero existen unas que marcan, que llevas debajo de la piel, y por más que intenté no pude quitar. La recuerdo de a ratos, recuerdo su voz, sus ojos, sus manos, sus lágrimas. Me ahogo tantito de saber que tu causaste eso. Y vive en mi mente, presente cada vez que te veo. No es algo que pueda borrar fácilmente. 

Sentí miedo al ver tus ojos, como un túnel, oscuro y vacío. Ya había sentido esto antes. Quizá fue mejor no recordarte. 

OcasoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora