Saga #EFDLH 1: Los Excluidos. (PAUSADA TEMPORAL)

Capitulo 4: 1/2

—Papi... ¿Para qué sirve esta aguja?—Dije observándola fijamente con una intensa curiosidad. Quise cogerla pero mi padre me apartó bruscamente de la mesilla, haciéndome caer en el acto.

—Ni se te ocurra tocar eso. Podrías hacerte daño y no está desintoxicada—. Mi padre la cogió no sin antes, ponerse unos guantes blancos super feos, estaban super sucios y olían bastante mal.

—Papi—. Dije levantándome de un salto—. ¿Cuando se bañó por última vez? Mamá le ha dicho miles de veces que tiene que lavarse, dice que le pueden comer las moscas. No quiero que muera, papi—. Me llevé la mano a mi nariz para taparme ese horrendo olor a muerto. Mi padre me ignoró y pude fijarme que cogió una bolsa azul, la cual era imposible ver su interior, dudaba mucho que fueran chuches, mi padre dice que para mí los dulces eran muy malos y podían hacer que se me cayesen los dientes. Pero aún así mi mami me compra, no sabía porqué, pero de momento tenía mis dientes perfectos.

—Haz el favor de callarte, estoy trabajando, ve a ver a Cassidy—. Se encaminó hacia la mesilla para coger una especie de cajita, la cual tenía pinta de pesar mucho porque parecía de hierro.

—Pero quiero saber en lo que trabaja papi, hoy les dije en el cole que usted tenía un trabajo super guay y que quería ser como papi. Tiene que enseñarme por fav—. Un golpe me interrumpió—. ¿¡Quieres callarte ya?!—A papá se le cayó la caja que sostenía y al momento me lanzó una mirada muy tenebrosa. Papa daba miedo cuando miraba así. Cuando hacías enfadar a papá, pasaban cosas malas.

—Yo sólo quería...—No pude terminar mi frase porque mi padre me cogió del cuello.

Oh no. Estaba pasando otra vez.

—Deja de llamarnos papá y mamá, deja de estorbar en mis asuntos, deberías estar con los demás niños—. Me soltó y empecé a toser descontroladamente. No había ni una pizca de lástima en su mirada, reflejaba desprecio hacía mi existencia. Hasta yo me podía dar cuenta de aquello.

—¿Los papás y las mamás no son las personas que te cuidan? Eso era lo que decía aquel libro—. Dije aún con un poco de dificultad. Ante eso, éste respondió con una gran carcajada en la cuál me quedé un poco confundido ¿Había dicho algo gracioso?

—¿Quién ha dicho que te estemos cuidando?

Y entonces desperté.

Un sudor frío comenzó a deslizarse por todo mi cuerpo. Me faltaba la respiración, y de mis ojos empezaron a caer lágrimas sin parar. Alterado empecé a ver mi alrededor como un loco. Me levanté torpemente haciendo que me cayese de culo e impactara con un estruendo.

—Menos mal que despertaste.—Vi hacia donde se dirigía la voz, y era mi cuidador. Robert, estaba sentado en una silla mirándome fijamente. Me sequé las lágrimas rápidamente. Hubiera sido de noche cuando me hubiera despertado y me habría dado un susto de lo lindo.—¿Tuviste una pesadilla? ¿Estás bien?.—Se levantó ahora acercándose a mí.