15ミ

10.5K 1.3K 1.6K
                                        

Richie se adentró bruscamente al gran gimnasio y buscó a Eddie con la mirada

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

Richie se adentró bruscamente al gran gimnasio y buscó a Eddie con la mirada. Al localizarlo, corrió hasta él y lo tomó de las manos con una apasionante fuerza que hizo que el pequeño lo mirase con una confusión preocupante.

— Richie, ¿te encuentras bien? Parecías mareado recién.

Entonces él le miró unos cortos segundos y volvió a bajar la mirada.

— Sí, sí, estoy bien. —asintió.— Solo fueron náuseas, nada del otro mundo, ¿sabes? Algo debió caerme mal de la comida de ayer.

— Tengo unas pastillas en mi riñonera, la debe de tener Mike ya que se la dejé a cargo a él. ¿Necesitas unas? También puedo buscar un vaso con agua. Es más, te ayudaré a ir al baño si necesitas vomitar. Puedo prestarte mi inhalad-

— ¡No! No es necesario. —sonrió con diversión el de gafas.— Estoy bien.

Eddie suspiró.

— ¿Te das una idea de cuántos gérmenes puede contener un inodoro? Más de los que tiene la perilla de una puerta, y tú te asomaste como si nada. ¿Pusiste papel higiénico alrededor de la tapa? Te mataré si no lo has hecho.

— Santo cielo, sí, sí lo hice. —mintió, rodando los ojos— Pareces mi madre.

— Solo me preocupo. No quiero que te infectes y luego me contagies a mí. —rió el castaño, asomando sus manos sobre los hombros del mayor.— Eres asqueroso.

— Tú eres asqueroso.

Ambos rieron en voz baja. Entonces Richie pensó que ya era el momento ideal de hablar.

De escupirlo todo.

Miró a sus alrededores, las personas los miraban y susurraban cosas inentendibles. Otros reían bajo. Los nervios de Richie amenazaron con regresar, pero supo contenerlos y tragó saliva pesadamente. Tal parece que Eddie no se había percatado de esos curiosos ojos, de lo contrario estaría muerto de la vergüenza y se habría marchado de allí ya mismo.

— Eds…

— ¿Hm? —musitó, suave.

Richie nuevamente comenzó a sudar de pies a cabeza, de repente sentía la ropa más ajustada y sus pensamientos, más confusos. Las manos en sus hombros le ponían los vellos de punta y sus mejillas se acaloraban cada vez más, dando lugar a una alertante crisis interna y una voz que le decía en el fondo que no lo hiciera, que podía arrepentirse muy gravemente si soltaba esas ansiosas palabras, que era mejor mantener sepultadas en su interior. Sin embargo, no haría caso a ello. Ya estaba lo bastante cansado de contener sus emociones.

— ¿Recuerdas que te he dicho que nadie decide quién es, y que sólo lo siente?

— Ajá. —afirmó.

— ¿Y todos esos besos que nos hemos dado para que practicaras con ese chico que te gusta?

— Uh, sí. —volvió a pronunciar, confundido.

— ¿Y que me enfermaba que todo el tiempo dijeras que ser gay no estaba bien?

— ¿Quieres ir al punto? Me estás intrigando.

— Quiero ir con calma antes de lo que voy a hacer a continuación, ¿sí? Déjame ser.

— ¿De qué hablas? —dijo, más confundido aún.

Richie tomó una gran bocanada de aire, antes de abalanzarse hacia Eddie.

El pequeño asmático ni siquiera había alcanzado a pronunciar palabra, ya los labios del azabache atraparon los suyos en un candente beso. Pero no era como los anteriores que se habían dado antes, Eddie percibió un aura diferente; más amoroso, más extraño, uno que simplemente le asustó e intentó separarse, pero Richie atrapó su rostro entre sus manos y acarició sus mejillas. Eddie se mantuvo estático.

Los rodearon personas curiosas, sorprendidas, asqueadas y furiosas. Por parte de sus amigos, todos estaban felices. Beverly comenzó a llorar de orgullo y felicidad, como una madre presenciando los logros de su hijo.

A Richie pareció no importarle todas esas miradas, el mundo y el universo simplemente dejaron de existir. A cambio de eso su pecho parecía hacer un estruendoso sonido porque sentía las palpitaciones demasiado fuertes para ser reales. Y no eran por el beso en sí, sino porque estaba por hacer algo que había deseado durante muchos años, y que a causa de un poblado estúpido con personas estúpidas, no había podido realizar.

Entonces Richie se separó a los largos segundos y se mantuvo cerca de su rostro, centrado en las reacciones de su compañero. Sus corazones latían a mil por segundo.

— ¿Richard? —susurró el asmático, tembloroso.

Era hora de decirlo.

— Te amo, Kaspbrak. Estoy jodidamente enamorado de ti.

Desearía nunca haberlo hecho.

[。.゚+ ]

gay ; reddieDonde viven las historias. Descúbrelo ahora