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La noche ya había caído y, junto con ella, las anécdotas qué contar. Ambos se quedaron secos de recuerdos después de tanta charla.
Richie miró su reloj de mano marcando las 9:46 del anochecer. En todo ese tiempo se la pasaron hablando, jugando, gritando, discutiendo, y especialmente bebiendo; quizás demasiado, más de lo debido. Sin embargo aún no se encontraban ebrios, y Richie no se sentía con ganas de vomitar.
Tras un silencio de al menos tres minutos en los que ambos se mantuvieron desviando miradas y jugando con sus dedos energéticamente, Richie rompe la tensión volviendo a intercambiar miradas con el castaño.
— Pásame tu laptop.
Eddie se desconcierta, haciéndolo ver enarcando una ceja, mas no rechista.
— ¿Eh? Uh, está bien.
El repentino cambio de tema sí lo confunde, pero sin embargo toma entre manos su pequeña computadora y la deja al alcance del comediante, que abre la pantalla y comienza a teclear algunas cosas indecifrables.
— Me sorprende que tengas tu historial vacío, realmente no quiero imaginar lo que escondías ahí. —sonríe, lascivo— Ahora veamos porno como dos hombres.
— ¿Q-qué? ¡Oh, santa mierda, Richie! —se queja el menor, disgustado— Yo no hago esas cosas, no soy como tú. Y, si así lo hiciera, n-no sería de tu incumbencia, ¿sabes eso? —el tartamudeo parece delatarlo, cosa que hace al mayor reír.
— Vamos, Eds, todos tienen deseos carnales, a esta edad es algo que deberías aceptar. —de repente, comienza a sonreír con sorna— No me jodas con que eres virgen.
El movimiento pesado de garganta del asmático habla por sí solo. Richie abre grandes sus ojos.
— Espera, ¿en serio lo eres? —pregunta, incrédulo.
— ¡No! Bueno… tampoco sería algo malo. —balbucea con incomodidad. Realmente nunca había pensado en tener algo sexual con su ahora esposa Myra, pues le parecería hasta desagradable, considerando que ella era como su madre para él, y justo por eso mismo se había casado con ella. Por ende, se había cohibido de tener ese tipo de relaciones carnales durante su matrimonio e, inclusive, antes de él.
Richie no se ríe esta vez, probablemente la sorpresa puede más que su ludibrio amistoso. Aún así mantiene su sonrisa.
— Vaya, Kaspbrak. —suelta con picardía.
Con el fin de terminar los comentarios mofosos de su compañero, Eddie rápidamente desvía el tema mientras toma entre sus manos una cerveza fría.
